Tribuna abierta
El inmunosistema y el ecosistema van siempre alineados
Una vacuna es un artificio para despertar y poner en guardia al sistema inmunológico. El artificio consiste en un virus desactivado o en el cadáver del virus o en una secuencia suya (ADR) o en su fotografía (espiga) frente al cual los linfocitos T reaccionan de inmediato y arman sus escuadrones de defensa que son los anticuerpos para ponerlos en alerta máxima, preparados para cuando de verdad llegue el propio virus. De esta manera el sistema inmunológico ha bloqueado la entrada de cualquier intruso en los diferentes tejidos celulares y la persona no podrá ser infectada. Las vacunas que han surgido frente a todas las pandemias han funcionado así y han sido exitosas en el devenir de la salud humana. Los infectólogos tienen un voluminoso expediente de cuantas pandemias han azotado a la humanidad y de tantas vacunas que la han salvado.
Los virus siempre estarán en la carrera darwiniana, es decir mutándose, reinventándose para depredar. Este virus Covid-19 ha roto todas las barreras para mutarse en cortísimo tiempo ( el vencer el tiempo es otro índice darwiniano) ; la variante B117 inglesa de Kent ya se ha propalado por ocho países y la B 1351, la sudafricana va por el mismo camino y de igual manera la brasileña de Manaos ,van apareciendo nuevas e insospechadas mutaciones, unas más infecciosas, otras más letales. Es la guerra declarada de los antígenos que se han montado sobre el vector de la evolución, frente a los cuales el sistema inmunológico despliega millones de anticuerpos que son sintetizados por los linfocitos B que llevamos en la sangre, por eso las vacunas han sido siempre un éxito porque les han dado la alerta y puesto en pie de guerra, listos para contrarrestar el ataque. La vacuna hasta ahora ha sido una coartada, una jugada maestra del cerebro para atajar y vencer todos los virus desatados por la naturaleza o por algún ¿laboratorio? Hasta nuestros días siempre ha vencido la vacuna, pero es un artificio del homo sapiens el que ha vencido la muerte, no ha sido la fortaleza de la vida la que ha vencido. No son los registros que lleva en sus genes la especie humana, los que han vencido. No, y esto es importantísimo en el tránsito actual de la especie sapiens.
El protagonista de estos meses de intensas investigaciones científicas ha sido el sistema inmunológico humano, cuya fortaleza varia de persona a persona, y sobre todo con la edad. Por su importancia decisiva en la marcha de la Evolución, en el año 2018 se les otorgó el Premio Nobel de Medicina a dos médicos inmunólogos, uno de ellos norteamericano, el doctor Allison y otro japonés, Tasuku Honjo por sus contundentes conclusiones acerca del papel que juega el sistema inmunológico en la lucha contra el cáncer. Pero ese mismo año 2018 recibió el Premio Nobel de Química la doctora Frances Arnold porque dio de lleno en el orden que existe en la química de la vida dirigido desde las enzimas que son los catalizadores que aceleran los enlaces químicos de las proteínas para los tejidos y órganos. El mérito de esta científica ha sido el de colocar las enzimas en un proceso natural evolutivo. La especie humana junto a todas las demás especies estamos en un proceso de ingeniería de la naturaleza que Darwin lo intuyo, en el cual siempre estaremos mutándonos frente al medio ambiente, y seleccionándonos los que logramos hacerlo. En su laboratorio de ingeniería bioquímica, la doctora Arnold ha puesto su acento en las enzimas para desde allí acelerar la ingeniería de la vida creando un sistema de evolución dirigida de enzimas y las mutaciones que la naturaleza tardaría centurias en lograrlas, in vitro sólo se tarda un par de semanas. No olvidemos que las enzimas aceleran los procesos biológicos, son catalizadores, pero mutándolas, las haremos más eficientes y veloces. Se abre así un abanico de posibilidades para hacer evolucionar las proteínas que sostienen el sistema inmunológico para potenciarlas, acelerarlas, hacerlas imbatibles frente a los virus centurias arriba. Se trata de ir al entramado de la vida para potenciar y acelerar la respuesta del sistema inmunológico en vez de hacerlo con un artificio como es la vacuna.
Desgraciadamente en nuestra civilización capitalista actual en la que los artificios se imponen a las voces de la naturaleza, la respuesta contra la pandemia la han liderado los laboratorios farmacológicos y si bien es cierto que están salvando al género humano a pesar de todos los cadáveres regados por la redondez del planeta, hoy se yerguen sobre el globo como los grandes triunfadores, erguidos sobre las montañas de fortuna que les deja la pandemia ( basta darle un vistazo a los índices de AstraZeneca, Pfizer, Moderna etc. en las bolsas de valores)
El mercantilismo ha atrapado entre sus redes a todo el planeta, hoy no hay actividad humana que no lleve el síndrome mercantil. El Homo Sapiens es manejado por el Homo Oeconomicus Esto es un error monumental, del tamaño del planeta, lo percibimos en sus aguas que bajan desde los océanos contaminados, enturbiándose aún más en los ríos oscuros envenenando selvas y praderas, lo sentimos en el aire sucio de nuestras ciudades, lo vemos en la agonía de nuestros glaciares que se derrumban por el aumento de temperatura. Hay una catástrofe en ciernes, más grave que la que provocan las pandemias si el mercantilismo sigue destruyendo el Medio Ambiente.
Esta es la ocasión para que la Organización Mundial de la salud liderice las investigaciones que se hacen en el mundo en torno a las ciencias de la vida para destrabar informaciones que están en la misma ingeniería de la vida y desalentar el papel artificioso que tienen los fármacos y vacunas. Hay que aplaudir una vez más a los científicos del 2018 por el papel decisivo que le dieron al Sistema inmunológico para potenciarlo y acelerarlo en la lucha contra el cáncer en vez de fármacos o terapias invasivas como la radioterapia o quimioterapia. A partir de entonces se están curando enfermedades incurables por los fármacos mediante tratamientos con células Madre. Los científicos de hoy tienen que zambullirse en la vida una y mil veces hasta llegar a la urdimbre bioquímica que subyace al fondo de ella y destrabar los hilos maestros con los que se ha ido tejiendo tras las centurias, todos ellos amarrados al ecosistema. Este es el momento para que el Homo Sapiens se reinicie, yendo al disco duro de la vida, destrabando los bits que la conforman para potenciarlos y acelerarlos mediante los protocolos de la Evolución, como los que ha descubierto la doctora Arnold para hacerlos invencibles frente a los virus del futuro.
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Profesor Eduardo Pérez-Albela F.