Editorial
El separatismo también ajusta cuentas con el CNI
Si el golpe secesionista del 1-O tuvo un carácter institucional, la revuelta de octubre de 2019, dirigida por Tsunami Democrático, fue un movimiento insurgente que amenazó con desbordar al Estado, y fue precisamente el CNI el que, de la mano de Paz Esteban, supo neutralizar su desafío callejero
El separatismo catalán ha superado en tiempo récord el berrinche que le generó el escándalo del espionaje, dándose por satisfecho con el sacrificio instrumental de la directora del CNI, cuyo cese ha servido para salvar a Pedro Sánchez a costa de la imagen del centro de Inteligencia. No es para menos. Si el golpe secesionista del 1-O tuvo un carácter institucional, la revuelta de octubre de 2019, dirigida por Tsunami Democrático, fue un movimiento insurgente que amenazó con desbordar al Estado, y fue precisamente el CNI el que, de la mano de Paz Esteban, supo neutralizar su desafío callejero. Esteban era la pieza a batir por los separatistas, que mientras negociaban su futuro con Pedro Sánchez se sabían maniatados por unos servicios secretos que impidieron su segunda acometida golpista. No solo la imagen interna y externa del CNI queda tocada tras el último ejercicio de resistencia de Sánchez, sino la propia seguridad de un Estado que con Paz Esteban supo dónde y contra quiénes actuar.