Editorial
Sánchez vira para un control férreo de Moncloa y Ferraz
Sánchez quiere un Gobierno de sumisos y un partido controlado férreamente donde empiece a diseñar la sucesión de barones incómodos sin voces discrepantes
Poco a poco van trascendiendo los detalles de la profunda crisis de gobierno acometida por Pedro Sánchez. Su nuevo jefe de gabinete, Óscar López, con responsabilidades en el aparato de Organización del PSOE durante las etapas de Rodríguez Zapatero y Pérez Rubalcaba, llevaba seis meses colaborando con el presidente no solo en la reorganización interna de un Ejecutivo caótico en su funcionamiento y desgastado en su imagen, sino también en el vuelco que darán al partido en el congreso federal de otoño. La explicación es la progresiva caída del sanchismo en los sondeos tras la gestión de la pandemia, la recesión, los desaires de Marruecos, y la deriva con el separatismo catalán. Sánchez quiere un Gobierno de sumisos y un partido controlado férreamente donde empiece a diseñar la sucesión de barones incómodos sin voces discrepantes. Por eso vira hacia antiguos dirigentes del zapaterismo como solución de urgencia, antes de que sean las propias estructuras del PSOE las que se harten de él.