Editorial
Salud mental, la última frontera de la demagogia
Si Unidas Podemos redacta un proyecto de ley de salud mental -despropósito ideológico sin base científica-, Pedro Sánchez tiene un plan para no quedarse atrás en la carrera por sacar provecho de la creciente sensibilidad de la opinión pública hacia este tipo de trastornos. El presidente del Gobierno anunció ayer el desembolso de veinte millones de euros anuales, más que insuficientes, para poner en marcha un programa que de ninguna manera va a cubrir la demanda de personal necesaria para atender a las víctimas de estos males. El oportunismo es evidente. Sánchez ignora de forma intencionada la naturaleza de la enfermedad mental al relacionarla con la precariedad, la desigualdad, la discriminación o la violencia doméstica y presentarse ante la sociedad como mesías, eso sí, sin apenas fondos económicos y con un discurso que en nada contribuye a eliminar los estigmas que rodean a estos trastornos. Los enfermos necesitan atención, cuidados, seguimiento y especialistas, no mítines.