Editorial
Quien está en la UE debe respetar sus principios
El Tribunal de Justicia de la UE ha dado el plácet jurídico al plan de la Comisión Europea para condicionar los beneficios del Fondo de Recuperación al respeto a los derechos humanos y a los valores fundamentales consagrados por los Tratados. La decisión supone una buena noticia para la fortaleza del propileo de principios esenciales sobre el que se levanta el edificio de la Unión. Buena parte de su razón de ser se basa en esos principios esenciales, o al menos son los que marcan su irrenunciable vocación hacia la democracia, las libertades, la división de poderes y el respeto a los derechos fundamentales, códigos por lo general compartidos por todos los socios. La resolución del Tribunal de Luxemburgo supone, por contra, una mala noticia para los países que acumulan decenas de expedientes por vulnerar esos derechos. Es el caso de Hungría y Polonia, que debieran corregir los errores en este campo, y en general de quienes plantean su relación con la UE como una ‘intolerable pérdida de soberanía’ que, en realidad, asumieron al firmar su adhesión. En la Unión se decide entre todos y todos deben cumplir.
