Editorial
No fallar más a la derecha
Cuando el PP encumbre a Núñez Feijóo como nuevo presidente, ya no podrá permitirse más errores de cálculo y de ejecución porque la situación de España apunta a ser insostenible
El PP inició este viernes en su congreso extraordinario de Sevilla una nueva andadura bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo tras la fallida etapa de Pablo Casado. Y, encumbramiento unánime aparte, lo hará con una obligación inaplazable: la de no fallar ni a los dirigentes del partido, ni a los militantes, ni a los votantes. El PP ya no se puede permitir más errores de cálculo y de ejecución porque la situación de España amenaza con ser insostenible. En lo político, porque Pedro Sánchez se ha adueñado de las instituciones con criterios casi autocráticos; en lo social, porque el aumento de la conflictividad es notorio con una pérdida notable de la calidad general de vida; y en lo económico, porque España se asoma al abismo de la estanflación con los bolsillos de los ciudadanos al límite. Los destrozos que está causando el Gobierno de coalición a la convivencia con su obsesión de ideologizarlo todo, con su opresión fiscal y el castigo constante a la clase media, y con su permanente huida de la realidad, obligan al Partido Popular a que su refundación, tras cinco años de inestabilidad interna, no resulte en vano. El deterioro de España es tan sobresaliente que si Núñez Feijóo no acierta con su nuevo equipo, si no se rearma ideológicamente desde la moderación pero sin el complejo de ser el partido determinante de la derecha, y si no se reactiva emocionalmente para recuperar la capacidad de generar ilusión, Sánchez lo tendrá más fácil cuando se celebren elecciones. El diagnóstico es simple, pero la tarea es compleja.
Por primera vez en años, el PP exhibe unidad este fin de semana. O al menos, apariencia de unidad. Toda su militancia, y los presidentes anteriores que hablaron este viernes, José María Aznar, Mariano Rajoy, e incluso Pablo Casado, son conscientes de que el momento que ha atravesado el partido ha sido crítico. Y es mucho lo que tiene que redefinir Núñez Feijóo. Lo primero, un armazón, un núcleo duro de dirección, que reste esa conflictividad orgánica que tanto ha minado la credibilidad y la imagen del partido. Cuca Gamarra, nueva secretaria general, representa a priori el talante dialogante del que se carecía en el pasado con Teodoro García Egea. Pero no lo tendrá fácil. Y el nuevo coordinador general, Elías Bendodo, ‘hombre fuerte’ del presidente de la Junta andaluza, Juan Manuel Moreno, encarna una nueva etapa de influencia de los ‘barones’ territoriales, con un criterio menos centralista del nuevo PP. Será un partido más de barones que de presidente, y será un partido basado en la potencia electoral que ofrecen la alianza Galicia-Andalucía, sin olvidar a Madrid. Lo segundo será reorientar la estrategia que siga con el Gobierno y con Vox. Con Pedro Sánchez, porque sistemáticamente tenderá trampas al PP para desvirtuar y difuminar su labor de oposición. Y con Vox, porque es un partido determinante con el que necesariamente tendrá que entenderse en el futuro si la derecha pretende gobernar con suficiencia de escaños. Con Vox, la ruptura drástica del pasado debe pasar a mejor vida porque las sinergias entre ambos para forjar una alternativa al sanchismo es ya una prioridad.
No es baladí que Aznar apelase a la unidad y al futuro. O que Rajoy diese su bendición a Feijóo prometiendo «estorbar lo menos posible». Tampoco lo fue, simbólicamente, que Casado no estuviese en el plenario cuando hablaron Aznar o Isabel Díaz Ayuso. Es evidente que quedan heridas por cerrar y rencores por superar. Pero el hilo común fue la necesidad de que el PP abandone su estancamiento. Feijóo será aclamado, pero su deber ya no será ganar el fervor del partido, que lo tiene, sino empezar a ganar las elecciones hoy.