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Nadie suma contra Ayuso

Todo empieza a hundirse en los cálculos de Sánchez, y Génova comprueba cómo por fin le llegan buenas noticias después de tres años de convulsiones internas y fracasos electorales

Editorial ABC

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A tres semanas de las elecciones de Madrid, la encuesta de GAD 3 encargada por ABC presenta un panorama idílico para el PP porque, aunque no obtiene la mayoría absoluta, la alcanzaría sobradamente con el apoyo de Vox. Isabel Díaz Ayuso no solo obtendría 62 ó 63 escaños -la mayoría absoluta son 69-, sino que duplicaría el porcentaje de voto logrado en los comicios de 2019, al pasar del 22,2 por ciento a casi el 44 ahora. El diagnóstico para Vox sería idéntico al de aquel año, con doce escaños, pero con un porcentaje de voto del 8,4 por ciento, ligeramente inferior. El triunfo de la derecha sería incontestable frente al pronóstico que acaba de hacer el CIS sobre un virtual empate entre PP-Vox y el bloque de la izquierda. Con una diferencia sustancial: mientras el socialista José Félix Tezanos atribuye siete escaños a Ciudadanos, el estudio de GAD 3 vaticina la desaparición del partido de Inés Arrimadas en Madrid. El 2,9 por ciento de los votos -y ningún escaño- sería el resultado de la desesperada operación que intenta Ciudadanos con Edmundo Bal porque prácticamente todo el voto fugado en su día hacia este partido retorna al PP en masa.

Estas elecciones están configuradas como un plebiscito sobre Pedro Sánchez. Es cierto que Díaz Ayuso, y con ella Pablo Casado, arriesgan mucho porque su resultado podría llegar a amenazar incluso el liderazgo del PP. Sin embargo, las operaciones de propaganda de La Moncloa, el acoso continuo a Ayuso, y la radical campaña de la izquierda presentando a Madrid como un paraíso de la ultraderecha que conviene erradicar por el bien de las libertades, no dan resultado. No se lo dan ni a Sánchez, ni a Pablo Iglesias, que ha puesto en juego todo su patrimonio político, ni a Íñigo Errejón. A tenor de este sondeo, Madrid se convertirá en un bastión reforzado de oposición al Gobierno.

Los datos para el PSOE demuestran que acumula un serio desgaste por la gestión de la pandemia, por la recesión, y por la falta de un liderazgo sólido en Madrid. Se asemeja a lo que ocurrió en las elecciones gallegas y vascas, e incluso en Cataluña, donde la maniobra para que Salvador Illa alcanzase la Generalitat ha fallado. Los socialistas pasarían de 37 escaños a 33 ó 34. Ángel Gabilondo es un candidato improvisado porque el PSOE no había calculado celebrar comicios en Madrid, y lo había fiado todo al éxito de una ofensiva coordinada de mociones de censura junto a Ciudadanos. Todo empieza a hundirse en los cálculos de Sánchez, y Génova comprueba cómo por fin le llegan buenas noticias después de tres años de convulsiones internas y fracasos electorales.

A su vez, sucumbe el mito de la ‘nueva política’. Ciudadanos quedaría a un paso de certificar su defunción, e Iglesias, con diez escaños (siete en 2019), no parece rentabilizar ni su propia figura ni su apresurado salto desde La Moncloa al poder autonómico. Podemos no va a ser el revulsivo de un proyecto que se ha entregado a la justificación de la violencia como arma de contienda electoral. Y Más Madrid, estancado en una veintena de escaños, no será condicionante de nada. Más aún, la colaboración que estén obligados a mantener el PP y Vox debería ser la primera fase de una reunificación emocional de la derecha sociológica, y de una reconciliación política de dos partidos condenados a entenderse si quieren construir una alternativa sólida a Sánchez en unas elecciones generales.

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