Editorial
Moncloa acumula problemas
El resultado de las urnas madrileñas ha tenido el efecto de dejar al descubierto el cúmulo de problemas que se concentran en Sánchez y que explican la ausencia de proyecto político
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Pedro Sánchez ha convertido la vacunación en monotema de sus intervenciones públicas porque no tiene otro mensaje que le sirva ante la opinión pública. La derrota electoral de la izquierda, y particularmente de los socialistas madrileños, ha descabezado de ideas al Gobierno y a los socios de coalición. El resultado de las urnas madrileñas ha tenido el efecto clarificador de dejar al descubierto el cúmulo de problemas que se concentran en Pedro Sánchez y que explican la ausencia de proyecto político para España.
Sánchez formó un gobierno de coalición como la única opción que tenía para llegar a La Moncloa. En la actualidad esa coalición está vacía políticamente y sólo es un consorcio de poder, no de gobierno. La salida de Pablo Iglesias deja en precario a Unidas Podemos, cuyo pronóstico a escala nacional no es mejor que el resultado obtenido en las elecciones madrileñas. El partido morado carece de liderazgo hasta junio, pero nada asegura que las disputas entre facciones se zanjen con un voto de lealtad a Yolanda Díaz o Ione Belarra, factores de una alternativa que debe temer más a la amenaza de Más País que a la de la derecha.
La cuestión catalana empeora por días, pese a que Pedro Sánchez apostó por el exministro de Sanidad para un pacto de izquierdas que nunca ha estado en la agenda de ERC. La realidad de Cataluña enmienda la plana de los discursos buenistas de Sánchez para atraerse a los nacionalistas, centrados en cómo copar el poder autonómico, no en cómo devolver la normalidad institucional a Cataluña, que hoy representa otro fracaso de Sánchez. No es tampoco el único quebradero de cabeza territorial que tiene el presidente del Gobierno. Además de la conmoción madrileña, en la que siguen instalados algunos ministros, Andalucía es un doble problema para Sánchez. Por un lado, porque el Gobierno de Juan Manuel Moreno parece seguir los pasos exitosos de Isabel Díaz Ayuso en cuanto a confianza ciudadana y valoración de su gestión. Por otro, porque las primarias del PSOE andaluz van a ser fratricidas, entre Juan Espadas y Susana Díaz, lo que puede mandar a mucho votante socialista a la abstención, a otros partidos de izquierda o al PP.
Mirando el escenario internacional, Sánchez se encuentra con la indiferencia de Joe Biden, un conflicto creciente con Marruecos y la preocupación de Bruselas por los supuestos planes de recuperación que tiene que financiar con fondos europeos. Son los principales campos de actuación de la diplomacia española, y el Gobierno está perdiendo fuelle.
La ausencia de consenso con el PP para renovar el CGPJ y el Tribunal Constitucional va más allá de la negativa de los populares a pactar con el Gobierno y demuestra la incapacidad de Sánchez para liderar propuestas capaces de atraer a la oposición. Esta es una de las principales responsabilidades de un dirigente democrático, y Sánchez no la cumple. Por el contrario, ha querido soslayar los acuerdos con la oposición a golpe de real decreto, y el abuso de este mecanismo legal ha sido señalado ya por el TC en dos sentencias sucesivas. La más relevante ha sido la que anula la reforma que Sánchez urdió para meter a Pablo Iglesias en la comisión de control del CNI. Aquella fue una maniobra política temeraria y una argucia jurídica chapucera.
No debe extrañar que las encuestas estén siendo receptivas a la onda expansiva de las elecciones en Madrid, que han actuado como un revulsivo crítico de la opinión pública sobre el Gobierno de Sánchez, como si los ciudadanos hubieran caído en la cuenta de que el rey está desnudo y no puede ser aplaudido.