Editorial
Lección alemana de pragmatismo y supervivencia
Tras anunciar el pasado sábado la construcción en la desembocadura del Elba de una planta metanera para empezar a importar gas licuado, Alemania comienza a plantearse la reactivación de sus plantas nucleares, cuyo final precipitó Angela Merkel tras confiar en las virtudes del gas ruso y en la fraternidad continental de Putin. La crisis de Ucrania lo ha cambiado todo, e incluso Los Verdes, integrados en el Gobierno del canciller Scholtz, reconocen ya que el suministro de energía es prioritario para la nación, dejando para más adelante cualquier ‘transición ecológica’. El pragmatismo se impone en Alemania, cuya capacidad de adaptación a un medio hostil y cambiante le obliga ahora a revisar y rechazar los dogmas de una era, la del exceso de confianza, que concluyó con la invasión de Ucrania. Si Los Verdes germanos, pioneros del ecologismo continental, son capaces de ceder en sus principios más sagrados, haría bien el Gobierno de Sánchez en renunciar a su malabarismo demagógico y en reconocer con la misma modestia el error de penalizar una fuente de energía de la que puede depender nuestro futuro inmediato.