Editorial
Un laberinto burocrático frustra las ayudas directas
Alguien en el Gobierno debería preguntarse por qué apenas uno de cada diez autónomos, solo el doce por ciento, se han podido acoger al plan de Moncloa para la adjudicación de ayudas directas a sus negocios
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Alguien en el Gobierno debería preguntarse por qué apenas uno de cada diez autónomos, solo el doce por ciento, se han podido acoger al plan de Moncloa para la adjudicación de ayudas directas a sus negocios. Nueve de cada diez no lo han hecho, y eso es solo porque los 7.000 millones que anunció Pedro Sánchez para aligerar la carga de muchas pequeñas empresas con dinero contante y sonante se han convertido en un laberinto de dificultades. Son tantas las condiciones, las exigencias y las justificaciones administrativas que deben cumplimentar los empresarios para acceder a ese dinero, que les resulta imposible tramitarlo. Al final, la mayor parte de esos 7.000 millones -y bien que le costó al Gobierno presupuestarlos porque meses atrás no quería ni oír hablar de ayudas directas-, son huérfanos. Se han enredado en una maraña burocrática sin final, y de aquello solo quedan el anuncio propagandístico y la frustración de muchos empresarios.