Editorial
La inmigración como arma y chantaje
Como Turquía y más recientemente Bielorrusia, Marruecos también ha invertido en el negocio de unas invasiones migratorias, calculadas y teledirigidas, cuyo objetivo no es otro que poner contra las cuerdas al país vecino
Casi un tercio de los inmigrantes llegados en lo que va de año a la Unión Europea lo hizo a través de España, país que como ningún otro sufre la presión de un fenómeno que de ser puramente social, consecuencia de la miseria y de la esperanza en una nueva vida, ha pasado a impregnarse de estrategias políticas y de extorsión económica. Como Turquía y más recientemente Bielorrusia, Marruecos también ha invertido en el negocio de unas invasiones migratorias, calculadas y teledirigidas, cuyo objetivo no es otro que poner contra las cuerdas al país vecino, ya sea en busca de beneficios materiales o de una capitulación moral que, a través del cierre de fronteras o la ‘expulsión en caliente’, ponga de manifiesto sus contradicciones en el campo de la solidaridad. Europa debe seguir siendo un refugio, pero de forma racionalizada, para no poner en riesgo sus valores y el bienestar que comparte, y sin ceder a unas maniobras extorsivas que nada tienen que ver con la compasión y el humanismo.