Editorial
El Gobierno retrasa y esconde su hachazo fiscal
Todo vale en campaña para el Ejecutivo de Sánchez, capaz de cambiar de un día para otro y según sople en el viento de sus intereses políticos
En una maniobra que subraya el electoralismo de sus políticas, ajenas a la planificación que exige la superación de una crisis como la que sufre nuestra economía, el Gobierno se apresuró ayer -coincidiendo con el cierre de la campaña madrileña y para evitar un voto de castigo- a frenar en seco la supresión de los beneficios fiscales de la tributación conjunta en el IRPF, a la que se acogen más de cuatro millones de contribuyentes, un castigo a las clases medias que figura en los documentos enviados a Bruselas y al que, sin embargo, el Ejecutivo va a dar una repentina vuelta, quizá después de las elecciones de mañana, como a tantas otras decisiones, económicas o no, que puedan generar rechazo. Todo vale en campaña para el Ejecutivo de Sánchez, capaz de cambiar de un día para otro y según sople en el viento de sus intereses políticos una medida que afecta a millones de familias y cifrada en más de 3.000 millones de euros. La economía española es secundaria.