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Las fundaciones, coartadas para negocios opacos

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Las revelaciones de ABC sobre la crisis generada en la Fundación Selgas-Fagalde por la gestión y los manejos económicos de su presidente, Gregorio Peña, entre ellos la venta al Museo de El Prado de una obra de Goya a un precio muy inferior al que corresponde, han reabierto el debate sobre la utilización de este tipo de fundaciones y de su patrimonio para fines que, objetivamente, les son impropios. Si las fundaciones que tienen atribuido un carácter cultural son -o deberían ser- ajenas al afán de lucro, no es comprensible que tanto el Ministerio de Cultura como todos los poderes públicos con representación en sus órganos de dirección, incluida la Iglesia católica en muchos casos, autoricen que se conviertan en auténticos ‘lobbies’ de poder o en núcleos de negocio a menudo opacos. La utilización espuria del patrimonio heredado bajo la condición de ser sostenido y conservado por el valor intrínseco que atesora no debería ser la coartada para que una fundación resuelva sus problemas de liquidez.

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