Editorial
La fiscalidad verde, fundida en negro
Mucho ha llovido desde que Teresa Ribera aseguró en el Congreso y a modo de estreno en su cargo que el diésel tenía los días contados. El seísmo que en el sector del automóvil provocó aquella irresponsable amenaza, aplazada ‘sine die’, no es muy distinto al que la denominada ‘fiscalidad verde’ ha generado en los sectores que figuran en la lista negra de la transición ecológica, de por sí castigados por la pandemia. No es el momento de penalizar el transporte aéreo, de incrementar el impuesto de matriculación o de castigar la fabricación de plásticos no reutilizables, medida que también ha sido aplazada, como la subida de los tributos del gasóleo contra la que se levantaron los camioneros. Los dogmas medioambientales, como el frívolo desmantelamiento de las plantas de energía nuclear, han de pasar el filtro del pragmatismo y de una realidad económica que en las peores circunstancias pone a prueba y desmonta la fábula de un progreso que de momento resulta insostenible.