Editorial
Estado de alarma: Lo que mal empieza, mal acaba
Muy mal arranque tuvo el final del estado de alarma. Malo y preocupante si nos atenemos a las imágenes que se repitieron en muchos lugares de España donde se congregaron multitudes sin guardar las medidas de seguridad que no han decaído con el decreto y que deben mantenerse hasta salir de la pandemia. Con todo lo que ha pasado, con tantísimo sufrimiento tan reciente, resulta duro asistir a estos episodios de desaparición fulminante de la responsabilidad que tan mal hablan de quienes los protagonizaron. Desgraciadamente sí encajan con el pronóstico pesimista que anteayer anticipábamos en esta página, al que tanto ha contribuido la pasividad del Gobierno a la hora de dotar a las comunidades de instrumentos legales sólidos para seguir tomando medidas restrictivas de derechos fundamentales. Un año entero ha tenido Sánchez para elaborar una ley de Pandemias, como Calvo llegó a anunciar en algún momento, y nada ha hecho salvo endosarle el problema a los jueces. En este contexto, es necesario redoblar los llamamientos a la responsabilidad ciudadana, que en general es consciente del peligro que aún pende sobre todos. La gran mayoría es consciente de que la de libertad no es incompatible con el orden y la cautela. Esperemos que ese mal arranque de algunos no se cronifique y todos estén finalmente a la altura de este reto.