Editorial

Cocina a medida de la izquierda

El debate dejó claro que la izquierda inicia un giro táctico de no agresión mutua como recurso desesperado frente a Ayuso. Y para ello, el CIS vuelve al rescate con su habitual manipulación

Quién ganará las elecciones de Madrid según las últimas encuestas

Editorial ABC

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En contra del pronóstico general que ofrecen todos los estudios demoscópicos, y que conceden un claro triunfo de mayoría absoluta PP-Vox en las elecciones de Madrid, el CIS se volvió a desmarcar este jueves con un sondeo urgente diseñado para sacar a la izquierda de su marasmo. El CIS de José Félix Tezanos es el único de España que sigue concediendo al bloque de PSOE, Más Madrid y Podemos una posibilidad cierta de gobernar esta comunidad. Allá el CIS con su manipulada cocina para proyectar resultados, pero siendo su diagnóstico tan diferente al del resto de encuestas, todo apunta a un intento desesperado por influir en el electorado de la izquierda, movilizarlo, y salir al rescate de Pedro Sánchez.

Hace tiempo que el CIS dejó de ser un órgano objetivo de estudio demoscópico para convertirse en una extensión lacaya del PSOE. Sánchez lo ha transformado en un órgano servil del Gobierno que utiliza el dinero público a capricho para redirigir siempre el voto hacia el PSOE. Su descrédito, demostrado ya demasiadas veces en los procesos electorales desde que Tezanos lo dirige, no hace sino aumentar. Hacer público un sondeo horas después del debate televisado entre los candidatos, pero sin haber podido cribar siquiera la reacción del ciudadano, solo puede tener una lógica: insuflar ánimos a una izquierda que arrancó la campaña dividida, y que, ante su impotencia, está cambiando de estrategia sobre la marcha. Así lo demuestra la frase con la que el socialista Gabilondo cerró el debate, apelando sumisamente a Iglesias para rescatarse mutuamente de un fracaso previsible. Cuando Gabilondo emplazó al líder de Podemos a ponerse de acuerdo en los días restantes de campaña, no hizo sino admitir su debilidad, más que nada porque hace escasos días dijo que no quería pactar con Podemos. Ambos dan bandazos y el CIS los jalea.

La conclusión del debate es que la izquierda ya no disimula tener una hoja de ruta pactada como reclamo electoral. La misma fragmentación que en otras autonomías penalizó a la derecha al concurrir con tres marcas, PP, Vox y Ciudadanos, ahora castiga a los tres partidos de la izquierda, porque en la derecha la formación de Inés Arrimadas ya no parece contar en la ecuación. Pero ese no es el único factor por el que el PSOE está improvisando un giro táctico con un acuerdo mutuo de no agresión en la izquierda. En realidad, ni Gabilondo quería ser el candidato socialista, ni el PSOE deseaba que lo fuera. El resultado es el patetismo con el que Gabilondo imploraba en el debate que se comprendiese que él no es Sánchez. La manera en que lo dijo delata su inseguridad y confirma que su campaña es errática. Lo mismo ocurre con Iglesias, cuyo pretendido efecto parece diluirse como consecuencia de su creciente descrédito. Algo catastrófico tiene que ocurrir en la derecha para que no afiance su triunfo aún más en lo que resta de campaña, diga Tezanos lo que diga. El CIS es solo un ejercicio de hipnotismo basado en el enésimo servicio a La Moncloa porque, ni siquiera retorciendo los datos burdamente, el hipotético triunfo de la izquierda sería claro. Siempre toca esperar a las urnas y ser prudentes, pero los estudios del CIS, si se comparan con el resto de los sondeos, son una excentricidad.

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