Editorial ABC
Casado, faltó convicción
Tiene más responsabilidad que nadie ya que es el presidente del partido, y en sus afirmaciones de esta mañana se ha comportado más como si fuese el líder de la oposición a Ayuso, y no el jefe de su partido
La reacción hace unas horas de Pablo Casado, en su entrevista con la Cope , sobre la profunda crisis del PP no fue todo lo convincente que debiera. No hubo punto de inflexión alguno, ni sirvió para atajar el conflicto; la guerra civil con Isabel Díaz Ayuso permanece exactamente igual, o quizás más agravada.
Casado, que no compareció durante todo el día de ayer pese a ser el presidente del partido directamente aludido por la presidenta madrileña, se ha comportado como una suerte de policía contra Ayuso, alimentando sospechas de corrupción que de momento nadie ha demostrado. Pesan por encima de todo las ambiciones de poder, el control político del partido en Madrid y el choque de egos.
La presunta trama de espionaje desde Génova a familiares de Díaz Ayuso, según denuncia su entorno, es patética. También lo es la manera en que se ha abordado la investigación interna sobre el contrato del hermano de Ayuso con la administración regional durante la pandemia. Casado sale en público para de facto llamar corrupta a la presidenta madrileña y dando por buena la comisión ilegal, aun reconociendo que carece de pruebas.
El trasfondo político de esta investigación se demuestra en que el partido no ha dejado de hacer filtraciones sobre esta cuestión sin tener evidencias, con el fin de erosionar a su adversaria interna. Puede que Ayuso haya actuado mal con relación a este asunto, eso se verá cuando contemos con más evidencias, pero la manera con la que se ha llevado el tema por parte de Génova es peor, interesada. Y en eso, Casado tiene más responsabilidad que nadie ya que es el presidente del partido, y en sus afirmaciones de esta mañana se ha comportado más como si fuese el líder de la oposición a Ayuso, y no el jefe de su partido, o acaso un policía sin pruebas. Han publicado un tuit en la cuenta oficial del partido en el que se da por hecha la corrupción de Ayuso: «La cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas, se puede contratar con tu hermano y recibir 286.000 euros de beneficio por vender mascarillas».
Atacar la honestidad de Díaz Ayuso sin una aportación clara y nítida de pruebas ni ayuda a Casado, ni favorece al PP. No se puede prejuzgar que hubo corrupción de Ayuso sin demostrarlo. Y si no puede hacerlo, no tiene sentido alguno que utilice esa munición para ganar un pulso de poder.
También es cierto que tenemos incógnitas sin responder. La ley de incompatibilidades de altos cargos impide que un familiar contrate con una administración pública. La presidenta alega desconocimiento y eso significa que no se ha dado irregularidad formal alguna, aunque objetivamente se ha producido un efecto no deseado por las leyes, incumpliendo el espíritu de lo que persigue. Es cierto que su hermano no contrató con la administración, sino que prestó un servicio a una empresa que a su vez sí contrató con la Comunidad de Madrid. Pero esa intermediación es precisamente la que sigue generando dudas porque no está suficientemente aclarada.
Díaz Ayuso puede que no supiera que se estaba beneficiando a su hermano desde la Comunidad. Ahora bien, ¿su hermano sabía si en las condiciones administrativas que impone la Comunidad de Madrid sobre posibles incompatibilidades tenía realmente derecho a ese beneficio, siendo consciente de que su hermana era la presidenta? Eso es lo que habrá de aclararse con rotundidad. Lo que es denunciable en otros casos, y ABC lo hizo con la hija por ejemplo del expresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, o ahora con el dinero en ayudas europeas recibidas por el marido de Nadia Calviño, o con contratos que favorecieron al marido de la directora de la Guardia Civil, tiene que serlo también en este, por una mínima coherencia.