Editorial
En Bruselas no funciona la técnica del decretazo
Bruselas no es precisamente el Congreso de los Diputados, donde los trágalas del Gobierno de Sánchez pasan el trámite sin apenas resistencia
Habituado a recurrir de forma sistemática al decreto-ley y así evitar cualquier tipo de negociación, al Ejecutivo le está costando pactar con los agentes sociales las reformas exigidas por la Unión Europea como condición para liberar los fondos de los que depende la reconstrucción de nuestra economía, sacudida por la mayor recesión desde la Guerra Civil. Bruselas no es precisamente el Congreso de los Diputados, donde los trágalas del Gobierno de Sánchez pasan el trámite sin apenas resistencia, menos aún cuando se trata de reformular de forma integral el sistema de las pensiones y proponer una legislación laboral ajena a los dogmas sindicales, de carácter derogatorio y frentista, y marcada por la flexibilidad. El Ejecutivo reconoce ya que las ayudas comunitarias no le van a salir gratis, pero se niega a asumir la necesidad de lograr los acuerdos necesarios para que estas dos reformas resulten viables y, de la mano de los agentes sociales, tengan recorrido a largo plazo. Los globos-sonda, las supuestas erratas, los bandazos y los borradores redactados de forma unilateral no sirven. Eso queda para los decretazos.