Editorial ABC
La economía condiciona las urnas
Los datos del paro conocidos ayer son el indicio continuado de que la senda emprendida por el Gobierno de Sánchez será errónea y peligrosa si repite como jefe del Ejecutivo
Los datos de desempleo conocidos ayer son reveladores de por qué Pedro Sánchez vetó la celebración del debate electoral en fechas posteriores al lunes. Según hizo público el Ministerio de Trabajo, el número de desempleados subió en octubre en 97.948 personas respecto a septiembre, de modo que prácticamente la cifra dobla a las del año pasado, cuando el desempleo aumentó en 52.194 personas. El demoledor dato global para los intereses electorales de Pedro Sánchez es que se trata del peor octubre desde 2012. La ralentización de la economía es un dato preocupante por más que Sánchez mostrase cierto triunfalismo en su diagnóstico durante el debate. Es cierto que España crece aún, y es cierto que nuestra economía no se encuentra tan vapuleada como otras de nuestro entorno. Pero crece menos de lo previsto el propio Gobierno, y es un ejercicio de cinismo ocultar que nuestra economía tiene un grado de dependencia absoluto de Europa, y que el efecto contagio no tardará en llegar, como han advertido unánimemente los empresarios españoles. Sánchez presumió de haber incrementado el salario mínimo interprofesional, pero objetivamente se está demostrando como un lastre para la creación de empleo. El problema de fondo es que durante el debate electoral Sánchez no ofreció ni una sola solución a la crisis en ciernes, sencillamente porque trata de minimizarla, si no de ocultarla. Pero la experiencia vivida con José Luis Rodríguez Zapatero desde 2007 debería ser aleccionadora para el elector medio, obligado a poner en duda cada palabra que provenga de la izquierda en general y del PSOE en particular.
El económico fue el segundo bloque del debate de anteanoche, pero todos los candidatos pasaron muy de puntillas y con consideraciones muy genéricas. No obstante, el votante español no solo acude a las urnas con un criterio ideológico, sino que a menudo vota con el bolsillo. Y los datos del paro de ayer son mucho más que un aviso a navegantes: son el indicio continuado de que la senda emprendida por el Gobierno de Sánchez será errónea y peligrosa si repite como jefe del Ejecutivo. Además, el candidato socialista ocultó a la opinión pública su verdadero proyecto económico, sustentado en más endeudamiento, más gasto público y por supuesto -un clásico de la izquierda- más recaudación gracias a una subida masiva de impuestos a la clase media. La nefasta gestión económica hundió a Rodríguez Zapatero en 2008. Anzuelos ideológicos como las leyes de igualdad o de dependencia, o recursos de ingeniería social divisora como la memoria histórica, no surtieron efecto en aquella ocasión. Sánchez ha apostado ahora por repetir esa arriesgada jugada. Pero la amenaza de crisis no es un invento, y Sánchez dibuja oasis paradisíacos que no existen.