David Gistau

Dragones

Otra que se apunta a la moda de «Juego de tronos», como Iglesias cuando le regaló la serie al Rey

Cifuentes, la última política en sumarse a la moda de «Juego de Tronos» EFE
David Gistau

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Ahora dice Cristina Cifuentes que ella es una «khaleesi». Supongo que por rubia, así que lo mismo podría haberse sentido identificada con Claudio Caniggia. Cagüenlaleche, ¿pero es que no puede consumirse un día entero sin que un prócer haga el ridículo? Qué fue de los políticos, como Guerra en la librería Antonio Machado, que eran capaces de poner de moda las «Memorias de Adriano» de Yourcenar, justificadas por la autora mediante esa hermosa reflexión acerca del tiempo fronterizo en el que, muertos los dioses antiguos y no impuesto todavía el cristianismo, el hombre, por primera vez, estuvo solo y fue libre.

Pues no, la «khaleesi». Otra que se apunta a la moda de «Juego de tronos», como Iglesias cuando le regaló la serie al Rey, inspirado por dos creencias a cuál más mema: que un Monarca europeo, con varios siglos de historia detrás e incluso parientes decapitados, necesita que un profesor con mucha experiencia en futbolines de campus le recomiende lecciones acerca del poder, las ambiciones y las intrigas palaciegas. Y que esas lecciones las puede extraer de una serie de dragones y mazmorras y zombis helados, con gratas sodomías esporádicas y con un protagonista, resucitado como Cristo y con sus propias marcas de lanzadas, en el que no puedo dejar de ver a Manuel Jabois saliendo de un «after» para que algo lo resucite también a él. Y la serie me gusta, ¿eh?, pero hombre, para ubicarse uno en el mundo teniéndola como referencia tampoco es, salvo que se haya infantilizado del todo o no sepa cómo enviar a la calle el mensaje de que mola mucho y está a lo último, no como la carcundia del PP, que al final es de lo que Cifuentes lucha siempre por disociarse como si quisiera que la dejaran subirse a la nave espacial en la que embarcarán los escasos elegidos por el progresismo para la fundación de una especie nueva y perfecta cuando llegue el final del mundo.

Entiendo que, para una mujer dedicada a la política en la derecha liberal, el arquetipo de Margaret Thatcher está muy trillado. Además, esa franquicia la tiene registrada Esperanza Aguirre. Pero creo que había posibilidades intermedias sin pegar ese bandazo. Para quienes no sigan «JdT», detallaremos las características de la mujer a la que quiere parecerse la presidenta regional de una democracia europea. Hija de reyes locos. Es ignífuga. Domina telepáticamente a los dragones, y de hecho los usa para volar agarrada a sus escamas y para achicharrar enemigos. Tuvo un novio sioux pero se le murió, aunque creo que también estuvo resucitado, ahora no me acuerdo. Sale mucho en tetas. Emancipa esclavos. Quiere armar una inmensa flota para proceder a la conquista del mundo. A su hermano lo mataron haciéndole beber oro fundido (como a Craso en Partia, copiotas). Vamos, el típico currículum que se consigue en una concejalía del PP.

Señora mía, sólo necesitamos que funcionen los hospitales, los metros y cosas así. ¿Para qué puñetas quiere usted un dragón y ser ignífuga?

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