Testimonio del coronavirus

Carta de una médica contagiada de coronavirus: «Es tiempo de mucha desolación, trabajo y dolor emocional y físico»

«A los sanitarios nos llaman héroes sin capa, y en realidad estamos haciendo la misma labor que hemos hecho siempre, quizás ahora con más ganas y también con más desgaste psicológico»

Una médica trabajando.

Dolores Cárdenas

Llevamos metidos en esta pandemia casi mes y medio desde que salió en los medios de comunicación. Nosotros, los sanitarios de atención primaria, algo más, ya que empezamos a atender pacientes sospechosos a finales de febrero y ya parece que llevemos un tiempo infinito combatiendo contra este virus asesino.

Ha sido un tiempo de mucha desolación, trabajo y dolor emocional, también físico , pues te duelen las manos de tanto alcohol y la cara de usar mascarillas de forma tan prolongada.

A los sanitarios nos llaman héroes sin capa , y en realidad estamos haciendo la misma labor que hemos hecho siempre, quizás ahora con más ganas y también con más desgaste psicológico que en otras ocasiones, pero siempre hemos hecho nuestro trabajo con la misma pasión.

Aunque algunos más que otros, esta es la verdad, y aquí es donde empieza mi triste relato. Yo soy uno de los sanitarios que se ha contagiado desarrollando su actividad laboral y también os puedo casi asegurar qué día entró ese virus en mi organismo.

El 25 de marzo atendimos a un paciente que acudió al centro de salud en estado crítico , acompañado por su cuidador, quien apenas podía empujar la silla de ruedas.

Tras valorar al enfermo, y alertados por su estado de salud (disnea intensa, desorientación, deshidratación, fiebre de 40 grados, intenso trabajo respiratorio, imposibilidad para mantenerse en pie), decidimos avisar a UVI móvil a través del número 061, pues en los centros de salud no contamos con los mismos recursos que una ambulancia medicalizada. Después de un cribado telefónico basado en la edad del paciente, 57 años, y el tipo de vida que llevaba, en el sentido de que si era una persona independiente para sus actividades básicas, que sí lo era, nos enviaron una UVI móvil al centro.

La ambulancia llegó con bastante rapidez. Sin embargo el sanitario que iba en ella, desde la puerta, decidió no trasladar al paciente al hospital , ya que en su opinión no iba a sobrevivir. Sin examinarlo, sin explorarlo, sin mirarlo a los ojos ni saber su nombre. El paciente no era candidato a la intubación para mejorar su respiración, así que nos pidió una ambulancia tradicional y nos dejó al paciente en una camilla, ahogándose, y a los compañeros que estábamos atendiéndolo con el corazón roto y repletos de impotencia. ¡Era el protocolo!

Para no aburrir, os cuento que la segunda ambulancia llegó a la madrugada y se llevó al paciente al hospital en un estado algo mejor que en el que había llegado, sin fiebre y respirando con menos dificultad con su oxígeno.

Nuestro paciente superó la enfermedad y ya ha sido dado de alta , está en su domicilio y sigue paseando a su perrito. Yo me contagié ese día . Estuve protegida, pero el virus estuvo en mi consulta casi nueve horas circulando sin ningún tipo de control. Así que no todos somos héroes, ¿no les parece?

* Dolores Cárdenas Joyanes es médico de familia, de Madrid

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