Luis Ventoso

Demasiado

Un nivel de corrupción así demanda una drástica catarsis

Luis Ventoso

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Un amigo muy inteligente suele repetirme esta frase: «Lo que diferencia a los anglosajones de los españoles es que allá hay más gente que se porta bien cuando nadie la ve». España es una potencia occidental en robos en el súper y pirateo de películas. No es una anécdota. Son indicios de una temperatura moral.

Con frecuencia execramos a los políticos como si fuesen de otra naturaleza. Pero ofrecen el reflejo de todos nosotros. De derecha a izquierda, pasando por los aberrantes separatistas, algo los hermana: la corrupción. El PSOE está embadurnado por los saqueos de los ERE y los cursos. Sánchez, con tantos reflejos y brío para insultar a los demás, incumple su propio código ético y por ejemplo mantiene a su líder en Galicia, al que están juzgando por algo tan burdo como trincar un piso a cambio de favores urbanísticos. El nacionalismo catalán ha tejido durante décadas una red mafiosa de mordidas. Podemos ya se ha visto forzado a apartar a uno de sus fundadores y su financiación atufa. Y luego está, ay, lo del Partido Popular...

El clima de descomposición del zapaterismo final no era sólo de índole económica. Su ministro portavoz estaba encausado en el Supremo, el latrocinio de los ERE causaba asombro. Y enfrente, la resaca de los días alegres del aznarismo: la Gürtel. Los votantes otorgaron la mayoría absoluta a Rajoy con un doble mandato: evitar la quiebra, sí, pero también regenerar la vida pública. Rajoy y su equipo firmaron un ejercicio económico admirable, salvando a España del doble pinchazo inmobilario y financiero. Algún día se reconocerá como se debe. Pero la segunda parte del contrato se ha incumplido. Es verdad que han aprobado importantes leyes contra la corrupción y que la oposición también chapotea en el lodo, pero lo del PP es demasiado y no debe soslayarse por el hecho de que en este momento España corra el riesgo de caer en un peligroso Gobierno de Pedro y Pablo. Un problema no se puede tapar con otro. El PP no ha hecho limpieza con fe, simplemente ha ido a rebufo de lo que destapaban la justicia, la policía y la prensa. En un partido todo el mundo sabe quién es quién; los malos pasos dejan huella. ¿Nadie en Génova sabía que Rus era un golfo hasta que lo grabaron contando billetes? No lo creo. ¿Nadie notó que la opulencia de Granados no encajaba? ¿Cómo puede ser que el tesorero de un partido amase una fortuna y nadie sospeche?

Los simpatizantes del PP se sienten avergonzados y muchos, saturados. Este mes ha caído el tres de la Vicepresidencia, ha llegado el mazazo del iceberg de Valencia, Rato sigue su ronda... No hay duda de la honestidad personal de Rajoy. Pero el PP debe llegar a las próximas elecciones habiendo acometido antes una profundísima catarsis, casi una refundación, para ofrecer a los españoles un partido conservador liberal, moderno, de valores firmes y profundos y sobre todo, limpio. Para eso necesitará al frente a alguien que sea un pensador, un general y un cirujano. No sé dónde estará la persona que aune tan exigentes cualidades. Pero habrán de buscarla. A veces no queda otra que apagar el ordenador y volver a encender.

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