En defensa de la caza
Al tratarse de una actividad tan extendida, con 800.000 aficionados y más de 30.000 cotos, aporta riqueza y empleo al conjunto de la economía nacional

La izquierda, en general, y el Gobierno del PSOE, en particular, han decidido intensificar su particular campaña de acoso y derribo contra algunas tradiciones, profundamente arraigadas en la sociedad española, como es el caso de la caza, evidenciando así, una vez más, grandes dosis de sectarismo e ignorancia. Prueba de ello fueron las manifestaciones que diversos grupos ecologistas protagonizaron ayer en una treintena de ciudades con el único propósito de exigir la prohibición de la caza. Este tipo de demandas constituyen, en primer lugar, un ataque directo a la libertad y, por tanto, a los derechos básicos del individuo, ya que lo único que pretenden es prohibir todo aquello que no se ajuste a sus gustos e intereses personales, sin importar lo más mínimo lo que piensen los demás. Pero es que, más allá de que la caza forma parte del acervo cultural de España, especialmente en el ámbito rural, también produce efectos positivos tanto a escala económica como medioambiental.
Al tratarse de una actividad tan extendida, con 800.000 aficionados y más de 30.000 cotos, aporta riqueza y empleo al conjunto de la economía nacional. En concreto, genera más de 6.000 millones de euros al año y mantiene unos 180.000 puestos de trabajo, al tiempo que supone unos ingresos de 600 millones a las arcas públicas, contribuyendo de forma sustancial a la sostenibilidad del medio rural. Y todo ello sin contar su importante aportación al cuidado de la naturaleza, puesto que la caza ayuda a conservar la biodiversidad mediante el control de la sobrepoblación de ciertas especies, como es el caso del jabalí, así como a mantener en buen estado el hábitat del que dependen la fauna y flora silvestres. Prohibir la caza tan solo es fruto de la ceguera ideológica.