Deconstruir España

O intentan engañarse uno al otro o, juntos, intentan engañar a los demás

José María Carrascal

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Nos juraban que no habían llegado a ningún pacto secreto, pero ya en su primera entrevista han estado de acuerdo en todo, incluida la estrategia para conseguirlo. Urkullu se presentó en La Moncloa con su lista de demandas, que van desde más competencias a una nueva relación con el Estado. Visto que algunas de esas demandas, sobre todo la cesión de la Seguridad Social, desbordan la Constitución, Sánchez le propuso crear comisiones bilaterales para encajarlas en ella y le regaló la aproximación de los presos de ETA a Euskadi. Sin rechazar ninguna de las demás. Urkullu aceptó. O intentan engañarse uno al otro o, juntos, intentan engañar a los demás. Puede que ambas cosas, ya que si el uno se ha desdicho de todas sus promesas, el otro, tras sacar al PP cuanto dinero podía, ahora intenta sacar a Sánchez cuantas prebendas políticas pueda. No son gente de fiar, hoy menos que nunca, chantajeando a un Estado que se sostiene en la Corona, de ahí el sitio que le han puesto, con un Gobierno de fragilísima minoría y una serie de embelecos, como la pluralidad de España que intentan convertir en ariete contra su unidad, como convertir la autonomía de sus comunidades en soberanía, los «hechos diferenciales» en «nacionales», para negociar de tú a tú con el Gobierno y, finalmente, han encontrado un presidente dispuesto a hacerlo. Si lo lograrán nadie lo sabe, ellos mismos incluidos, pero han visto su oportunidad con la salida del PP del poder y van a hacer todo lo posible para lograrlo. Sánchez va a gobernar por decreto apoyado en la coalición de ultranacionalistas y ultraizquierdistas que lo llevó a La Moncloa, con la meta común de acabar con la España tradicional, incluso al precio de trocearla.

Mientras Sánchez y Urkullu cerraban su trato en La Moncloa, en el Palau de la Generalitat Torra e Iglesias cerraban el suyo sobre el «derecho a decidir» de los catalanes, eufemismo del derecho a independizarse. Iglesias, a quien Sánchez ha dejado fuera de su juego favorito, el de Tronos, intenta recobrar protagonismo como mediador con los independentistas, a cuyos líderes presos ha visitado. Aunque ahí van a tenerlo más difícil.

Torra ha dicho que «necesitan otro 1 de octubre para hacer efectiva la República catalana». ¿Significa celebrar otro referéndum ilegal, confiados en que Sánchez no se atreverá a invocar el 155? Visto lo visto, no lo sé, aunque todo apunta que, atento a su partido, que lo descabalgó ya una vez, no busca el derribo de España con cargas de dinamita, como los secesionistas, sino con mutilaciones sucesivas hasta devolverla a la Edad Media, con taifas cristianas y musulmanas, pues ni a los Reyes Católicos aguantan. ¡Y pensar que la izquierda se caracterizó por la modernidad e igualdad de los ciudadanos! Lo único que sé es que, ocurra lo que ocurra, la culpa será nuestra, de los españoles, que somos ya mayorcitos y podemos elegir a quien nos dé la gana, aunque parece importarnos una higa lo que ocurra con España mientras ganemos en el Mundial, aunque sea de chiripa.

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