EDITORIAL ABC
El curso político más incierto
Sánchez parece apostar por avanzar hacia la arriesgada maniobra de celebrar elecciones, con la idea de desmontar definitivamente a Podemos y alcanzar 150 escaños
Comienza oficialmente el nuevo curso político bajo el estigma de la incertidumbre más absoluta, con un Gobierno en funciones, la amenaza de un bloqueo que fuerce nuevas elecciones, y las advertencias de una preocupante ralentización de nuestra economía. Pedro Sánchez ha decidido apurar al máximo los plazos para optar o no a una nueva investidura antes del 23 de septiembre y está preparando anímicamente al PSOE para presentar otros comicios generales como un mal menor obligado por el resto de partidos. Victimismo puro y duro en una estrategia irresponsable, como es la de mantener a todos los españoles en vilo como si la estabilidad de nuestro país fuese un juego. Sánchez abre el curso con una oferta de «tercera vía» para poder ser investido: ni coalición con Podemos, ni apoyo «técnico» de la derecha, sino Gobierno socialista en solitario. Sin embargo, todo es una nueva farsa dialéctica porque es la misma propuesta que lanzó en abril para gobernar con apoyos externos y con toda la izquierda en primer tiempo de saludo, como si los españoles le hubiesen concedido una mayoría absoluta en vez de 123 escaños. Sánchez insiste también en que no espera nada de la derecha, lo que no es sino otro ejercicio de autoflagelación absurdo e incongruente porque olvida que él siempre vetó a la derecha con su «no es no» radical, y que renunció a su escaño en frontal desacuerdo con la abstención técnica que el PSOE planteó para permitir a Rajoy iniciar la legislatura en 2016. Sánchez pretende que los demás hagan por él lo que él nunca hizo por nadie. Pero la gran novedad de este curso político es que si antes Rajoy era el enemigo a batir por toda la izquierda, con el PSOE como vértice de un acuerdo global, ahora Sánchez aparece como el rival común y aislado de una izquierda fracturada en mil pedazos ante la que ha perdido mucha credibilidad. Si Sánchez antes era el remedio, ahora forma parte de la enfermedad. Por eso su apuesta definitiva parece avanzar hacia la arriesgada maniobra de celebrar elecciones con la idea de desmontar definitivamente a Podemos y alcanzar 150 escaños.
En el centro-derecha, la disyuntiva será aclarar su capacidad para alcanzar coaliciones preelectorales bajo la marca España Suma si hay nuevos comicios. Ayer Pablo Casado volvió a hacer un llamamiento en esa línea, aunque Ciudadanos, envuelto desde julio en agrias disputas internas sobre la naturaleza real del partido y su propia esencia ideológica, no es receptivo. Al menos, a la idea de constituir una alianza global que podría ser muy útil para España, aunque ha dejado la puerta abierta a pensarlo en el País Vasco, Navarra e incluso el Senado. Pero objetivamente, todo dependerá de la decisión final que adopte Pablo Iglesias. Hoy España sigue dependiendo de él, lo cual no deja de ser un drama.