Editorial ABC

Cuatro campañas en cuatro años

La campaña girará en torno cuestiones sobre las que ABC tiene un criterio nítido: la defensa de la unidad de España, el reforzamiento del constitucionalismo y la rebaja de impuestos

ABC

España comienza hoy su cuarta campaña de elecciones generales en cuatro años gracias a la incapacidad de los partidos políticos para alcanzar acuerdos de gobernabilidad. Los últimos cuatro años han sido de una inestabilidad inédita en democracia, han supuesto el fin de la hegemonía del bipartidismo tradicional, y ha retratado a los partidos emergentes con vitola de regeneradores como los causantes de un bloqueo institucional dañino para la credibilidad del sistema. Ahora se hallan ante una nueva oportunidad. Pero las encuestas pronostican que el panorama postelectoral no cambiará sustancialmente, y que será tan difícil de gestionar como el que culminó en septiembre. Incluso, ese panorama podrá complicarse más porque crecerá la fragmentación parlamentaria, y porque la izquierda y la derecha están igual de debilitadas por un cainismo destructivo que parece irreversible. La fallida intentona del PP de promover junto a Cs la coalición electoral «España Suma» es una evidencia de que donde un bloque ideológico podría sumar, restará, incluso aunque se anulen mutuamente. En la izquierda ocurre igual y a Unidas Podemos le ha salido una facción, Más País, incapaz de generar expectativas ilusionantes.

Más allá de las diatribas tácticas y estratégicas de cada partido en detrimento del interés general, la campaña girará en torno a dos cuestiones sobre las que ABC tiene un criterio editorial nítido: la defensa de la unidad de España junto al reforzamiento del constitucionalismo frente a los ataques del separatismo y el populismo radical; y la amenaza de una crisis económica severa. Y fiel a la defensa del libre mercado, de un capitalismo constructivo y del derecho a la propiedad frente al intervencionismo estatal que siempre promueve la izquierda acompañado de subidas masivas de impuestos, ABC defiende las rebajas fiscales como herramientas dinamizadoras del mercado, el consumo y el empleo. Los españoles no necesitan más cargas fiscales sobre sus hombros, ni más «políticas de armonización», como plantea la izquierda con sus clásicos subterfugios dialécticos biensonantes pero mentirosos. España necesita crear empresas, y no penalizarlas; asegurar las pensiones y no frivolizar con ellas; y garantizar la creación de empleo, en lugar de destruirlo. Más aún, no es posible convertir al Estado en un multiplicador sistémico de subsidios que nos aboquen a un abismo financiero. Además España no es plurinacional, como pretende hacer creer el PSOE, siempre inmerso en su confuso conflicto interno sobre el modelo de Estado. Y en este sentido, el nuevo desafío que plantea la Generalitat en forma de chantajes, desobediencia, violencia y odio a la nación española es preocupante porque los intentos de apaciguamiento o de pactos oblicuos e inconfesables con el separatismo estarán siempre abocados al fracaso.

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