Ramón Pérez Maura
Cuando los Reyes llegan en OVNI
El afán de esta izquierda cerril por borrar todo ratstro de nuestra cultura
Descubro a estas alturas de mi vida que mi madre era una mujer muy adelantada a su tiempo cuando yo era un niño. Y eso que creo que nunca pretendió serlo... Pero tuvo un acierto inmenso en la educación de sus cinco hijos: nunca nos llevó a una cabalgata de Reyes. Como no fui jamás, tampoco lo eché en falta, ni pedí explicaciones. Fue años más tarde, creo que al tener mis hermanos mayores y yo descendencia, cuando le escuché una explicación: «Nunca os llevé a la cabalgata porque pensaba que os haría dejar de creer en los Reyes Magos». Ella creía que ver a los Magos en camiones que tiraban de plataformas llenas de publicidad, rodeados de motocicletas o de bailarinas, no tenía nada que ver con lo que los niños entendíamos por el misterio de la Epifanía, que cada año intentábamos reproducir en casa en un belén con los Reyes a caballo o en camello. Unos Reyes que llegaban al portal en lugar de al ayuntamiento en el que ni había Niño Jesús, ni José, ni María, ni buey ni mula. Había alcalde y concejales.
Con los años apliqué a mis propios hijos –en la medida de mis posibilidades– la misma receta. Nunca me pareció que ir a pasar frío subido a una escalera portátil de la que es tan fácil caerte mientras intentas esquivar el caramelazo que te arrea Melchor ayudase a los pequeños a creer en los Magos. Todo eso lo va a resolver esta noche en Madrid Carmena con una cabalgata en la que el Rey Gaspar va a ir en una enorme carroza de triángulos con bombillas y en la que estos progres han decidido que el trabajo de los animales deben hacerlo las personas, no vaya a ser que el camello se canse: los paquetes de regalos serán cargados por humanos en bicicletas. Qué más quieren que les diga...
Todos sabemos que la única razón de ser de este esperpento es que los niños no sean educados en nada que tenga que ver con su fe. No es que ver a los Reyes en camellos y caballos te la acrecentara. Pero al menos te daba una referencia de lo que representan. Carmena te los trae en una carroza de triángulos y luces porque en lugar de parecer que vienen de Oriente se puede creer más fácilmente que llegan en un ovni desde otro planeta. Se trata de borrar toda seña de nuestra cultura, que es lo que finalmente es una cabalgata de Reyes. Ni los tres Magos van a ver al Niño ni hay Niño. Y los regalos vienen de El Corte Inglés. A ver quién tiene bemoles para discutirlo. El afán de esta izquierda cerril por borrar todo rastro de nuestra cultura se compadece con su abrazo de otras como el islam, a la que dan todas las facilidades. Y ello me recuerda aquella vez en que Jorge Semprún Maura, ateo declarado, era adoctrinado sobre las virtudes del budismo, y sintiéndose hastiado por el intercambio, el viejo comunista espetó: «Yo no creo en Dios, pero si hay que creer, mejor en el nuestro, que es el verdadero».