Editorial ABC
El chavismo agita Iberoamérica
Tanto el caso del precio de los hidrocarburos en Ecuador como el de las tarifas del Metro en Chile se derivan de la realidad financiera de las cuentas públicas de estos dos países
El súbito estallido de disturbios violentos en varios países estratégicos de Iberoamérica -los últimos en Ecuador y Chile- se ha encadenado de tal modo que resulta imposible no entrever raíces comunes. La primera de ellas, sin duda, es el resultado de los vientos contra el libre comercio que partieron de la Administración Trump, y cuyos efectos se hacen notar ya en las economías de los países emergentes, lo que puede explicar en parte esta situación. Pero junto a esta realidad parece razonable sospechar que la respuesta violenta, irracional y destructora con la que una parte importante de las sociedades de esos países ha decidido gestionar su desencanto tiene también un origen en los restos del populismo bolivariano, sembrados insistentemente durante décadas desde la hoy arruinada Venezuela.
Los problemas raramente tienen una sola causa, y mucho menos una solución simple. Tanto el caso del precio de los hidrocarburos en Ecuador como el de las tarifas del Metro en Chile se derivan de la realidad financiera de las cuentas públicas de estos dos países. La destrucción causada por las revueltas -sin contar con el insoportable coste en vidas humanas que se ha producido en Chile- solo sirven para aumentar las razones que llevaron a aplicarlas.
El caso de Chile es especialmente grave, porque se trata de uno de los países que ha sabido construir justamente una reputación de seriedad y seguridad que le había permitido permanecer al margen de la epidemia populista. El presidente Sebastián Piñera tiene el deber de garantizar el orden en las calles de su país y la legitimidad para tomar las medidas necesarias para ello. Que un sátrapa como Nicolás Maduro le insulte por ello no es más que la confirmación de que está haciendo lo correcto.