La casilla no es la cuestión
El problema es un claustro casi exclusivamente secesionista que inculca su ideología en lugar de las materias regladas
![Íñigo Méndez de Vigo](https://s1.abcstatics.com/media/opinion/2018/04/07/mendez-vigo-efe-kvFD--1240x698@abc.jpg)
Habrá que reconocer que el Gobierno de la nación no puede desobedecer la jurisprudencia del Tribunal Constitucional porque no habría mejor regalo para los secesionistas catalanes. La Ley Educativa Catalana (LEC) es la única que puede aplicar el Gobierno en Cataluña con 155 o sin él. Y el margen de actuación es limitadísimo, como ya quedó demostrado cuando el Tribunal Constitucional anuló las ayudas previstas en la Lomce para los padres que quisieran escolarizar en castellano a sus hijos. Qué mejor regalo -después del recibido en Alemania- podrían tener Puigdemont y los suyos que el ver cómo el Gobierno de la nación tiene un desencuentro con el Constitucional. Y en este caso lloviendo sobre mojado. Quienes tanto se han indignado esta semana porque el Gobierno no haya aplicado el 155 para garantizar el castellano en Cataluña deberían ser más conscientes del marco político en que vivimos y tener claro que el sistema educativo no puede alterarse mediante un decreto ley.
Una de las grandes consecuencias que deberíamos sacar todos los españoles de esta grave crisis es la de que el sistema autonómico se creó con tanta buena voluntad que se puso demasiada ingenuidad en él. Mirando atrás, a nuestra historia, era evidente que había que prever posibles descontroles. No hacía falta remontarse tanto. La rebelión de Companys sofocada por el general Batet a cañonazos durante la II República Española distaba menos de medio siglo de la aprobación de la Constitución de 1978. Pero no se estableció en ella un arma eficaz para enfrentarse al problema que se ha engendrado en Cataluña. Porque el problema allí no es poner una casilla o no para que se pueda estudiar en español. El problema es un claustro integrado casi exclusivamente por profesores secesionistas que inculcan su ideología en lugar de las materias regladas. Que enseñan una falsa historia de España y de Cataluña, que impregnan la asignatura de Cultura de un nacionalismo bañado en odio y que inculcan hasta unas matemáticas y una química ideologizadas. Y el 155 no te da instrumentos para acabar con eso. Eso sólo puede cambiarse por vía parlamentaria desde el Parlamento de Cataluña. Y los constitucionalistas están lejísimos de poder lograrlo porque los pocos escaños que pueda ganar Ciudadanos probablemente serán a costa del mísero resultado del PP del pasado 21 de diciembre. Y el PSC va a seguir tocando la flauta sin mojarse de verdad: es verdaderamente increíble que Iceta y sus conmilitones todavía no hayan pedido perdón a todos los catalanes y a todos los españoles por haberse negado a la intervención por el Gobierno de la Radio de las Mil Colinas que es TV3. Un servicio público que disemina el odio mintiendo e incitando al enfrentamiento a costa de nuestros impuestos, de donde salen buena parte de los 300 millones que cuesta TV3 al año.
Otto de Habsburgo manifestaba su admiración como estratega de ese asesino compulsivo que fue Stalin. Y lo justificaba: «El día que Hitler invadió la URSS, Stalin reunió al Comité Central y les pidió que analizasen cuál iba a ser el objetivo último de aquella guerra, mucho más allá de la derrota de Hitler. Ese día se dibujó el nuevo mapa de Europa». En España estamos viendo cómo superar este envite y cómo conseguir la extradición de Puigdemont. Que es muy necesaria. Pero no oigo a nadie analizar por qué la Constitución de 1978 nos ha traído a este punto y qué hay que hacer para evitar que este pavoroso escenario se repita.