Editorial ABC
Casado ya modera el tono del PP
Mucho debe reflexionar y rectificar el votante de la derecha si no quiere ver a la España municipal y autonómica también teñida del rojo-PSOE
Pedro Sánchez y Pablo Casado mantuvieron ayer una primera toma de contacto tras las elecciones, en la que se impuso un tono más conciliador, moderado y constructivo que el que hubo entre ambos en el pasado. Sin embargo, esa cita, que nunca debió producirse en el Palacio de La Moncloa, sino en el Congreso por respeto a las formas democráticas, puso de manifiesto que el PP no prestará de ninguna manera a Sánchez los escaños necesarios para su investidura. De hecho, tiene razón Casado cuando sostiene que Sánchez dispone de otras alternativas -sumar con Ciudadanos, o con Podemos, y con diversos partidos nacionalistas y regionalistas- para no tener que depender del chantaje del independentismo catalán. Casado acudía a La Moncloa representando a un PP en estado de shock y en plena convulsión interna por los resultados electorales, y fue la primera vez que permitió visibilizar el giro dialéctico hacia el centrismo político que han exigido algunos barones regionales por temor a una debacle definitiva en los comicios de mayo. Nada se vio ayer de ese discurso combativo de Casado en busca de los votos de Vox, y sí se apreció su esfuerzo por ningunear a Ciudadanos para no fracturar más el voto de la derecha. Casado está ante una segunda oportunidad, probablemente definitiva, que le permita conservar una convivencia razonable al frente del PP. Por eso la variación de su tono en público ha sido evidente. No obstante, el presidente del PP fue contundente al reivindicar su prevalencia parlamentaria frente a Ciudadanos como segunda fuerza política y el liderazgo de la oposición. Por más que Rivera trate de arrogarse ese papel, Ciudadanos no solo es la tercera fuerza política, sino que además no es un partido fiable porque ya pactó en su momento la investidura de Sánchez, aunque luego resultase fallida. La petición de Casado a Sánchez en este sentido fue nítida y expresa: que su gobierno no tenga que depender de «quienes quieren romper España», y lamentó que Sánchez no le disipase sus dudas sobre la evolución económica de España, ni sobre las cesiones que pueda hacer el PSOE en materia territorial.
Desde la percepción de un partido derrotado, y con un suelo electoral imprevisto de solo 66 escaños, Casado no quiso convertir la sala de prensa de La Moncloa en un mitin de precampaña municipal o autonómica. Ni debía ni podía hacerlo. Sin embargo, recordó cmo la fragmentación del centro-derecha ha regalado la investidura a Sánchez y expresó su convicción de que el 26-M esa fractura se corregirá en las urnas. Y todo, en un día en que antiguos cargos de Vox cargaron ayer contra el «chiringuito» de Abascal y reclamaron el voto para el PP. Mucho debe reflexionar y rectificar el votante de la derecha si no quiere ver a la España municipal y autonómica también teñida del rojo-PSOE.