Capirotes blancos
Un embajador haciendo su trabajo ha bastado para colocar al último ariete de la causa «indepe» en su sitio, al otro lado de donde se trata de razonar y se dice la verdad
Tan grotesca está resultando la gira americana de Quim Torra que ha terminado por aprovechar un festival de coros y danzas organizado en Washington para montar un sainete separatista, que en realidad es a lo que iba el presidente de la Generalitat, conjugando sus reivindicaciones con el tradicional gimoteo cagalástimas con el que suele terminar sus discursos en el extranjero la banda del lazo amarillo. No esperaba Torra que en el acto donde él debía explayarse soltando la soporífera letanía de la causa «indepe» apareciese por allí el embajador de España en Estados Unidos, Pedro Morenés, para sacar a la luz las mentiras manoseadas por los separatistas sobre la existencia de «presos políticos» en nuestro país y el resto de la quincalla argumental que maneja la facción separatista para justificar la secesión. Bien, muy bien por Morenés, cuya actitud debiera ser norma general de todo el servicio exterior de España.
A los del coro y las danzas catalanas les sentó fatal escuchar las verdades del barquero que, en defensa del honor y la imagen de España, comenzó a cantar el embajador. Tan sulfurado se puso Torra que, mientras sus acólitos cantaban «Els Segadors» o vociferaban contra Morenés, el presidente de la Generalitat abandonó la sala para montar una «performance» paralela al otro lado de la puerta.
Este es el mismo Torra con el que quiere dialogar Sánchez, el mismísimo que sale corriendo, morado de ira, cuando alguien osa llevarle la contraria y denunciar paparruchas altisonantes tan chistosas, como esa de que «Cataluña pronto se unirá a las naciones independientes del mundo». Naturalmente, su agenda de entrevistas allí se circunscribió a los lobbys locales pro-sececión, como el autodenominado «Catalonian America Council», pagado con dinero de todos los catalanes. Un par de selfies por el Mall de Washington y de vuelta a casa...
Un embajador haciendo su trabajo ha bastado para colocar al último ariete de la causa «indepe» en su sitio, al otro lado de donde se trata de razonar y se dice la verdad. Tan esperpéntica fue la gira de Torra -«un supremacista, racista y xenófobo», según Sánchez- que solo faltó que aparecieran por allí unos tipos con capirotes blancos y antorchas al grito de auxilio de «uno de los nuestros».