Una cama con dosier

Ahora que tenemos la dictafofa guay del antifranquismo, lo mismo empieza a cuajar la ultraderecha

Rosa Belmonte

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Siempre me imagino a Soraya Sáenz de Santamaría desperezándose feliz en su cama con dosier. Como Escarlata O’Hara en la mansión Butler. Aunque la protagonista de «Lo que el viento se llevó» tenía una simple y vulgar cama con dosel. La carrera popular hacia la presidencia que Rajoy ha abandonado por un Registro se antoja la carrera de «Ben-Hur» con sus carros griegos. Es probable que lo de la rivalidad entre mujeres sea una atractiva leyenda mantenida por los medios de comunicación. La enemistad entre las candidatas es obvia, pero, vaya, todo el mundo se odia. Como Zola Budd y Mary Decker, que llegaban como las grandes rivales en el 3.000 a Los Ángeles 84. Una se fue al suelo y la otra no ganó. María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría parecían estar cantadas, pero hasta que Feijóo no renunció por los gallegos (o la cama con dosier), haciendo que Griezmann parezca Lincoln en Gettysburg, no han asomado la patita, la garra, yo qué se.

La indecisión de Feijóo también pareció propiciar la candidatura de Pablo Casado, un tipo transversal (o una culebrilla) en la estructura del partido. Se integró en el PP de Rajoy manteniendo sus vínculos con Aznar y Aguirre. Según Pablo Iglesias, es la ultraderecha y la «medianía de provincias». El de la capital no sabe que la mayoría de los españoles son de provincias. También habló Iglesias en «Fort Apache» de su «su toque contemporáneo para no dar miedo a los centristas, lo que le hace poder mostrar su cara ideológica más radical pero sin perder nunca sus formas moderadas». Un estudio del Real Instituto Elcano sostiene que en España no cuajó la ultraderecha por la cercanía de la dictadura franquista. Ahora tenemos la dictafofa guay del antifranquismo, así que lo mismo empieza a cuajar o a desbordarse, como la masa de Katherine Hepburn en «La mujer del año».

Casado sabe dónde demonios han ido los votos del PP (a tenor de las últimas pérdidas, las encuestas y lo que a cualquiera le cuentan). A Ciudadanos y a Vox. Tampoco se olvida de las plataformas cívicas que dan la batalla de las ideas. Sobre todo, Libres e Iguales. La pelea que el PP había abandonado. Casado está de gira intensa por radios, televisiones y periódicos. En todos repite los puntos de su ideario: libertad, seguridad, unidad de España, honestidad y honradez en la política y defensa de la familia. Los agujeros por donde se les estaba yendo el agua.

Como lo del máster ya se lo habían restregado, parecía que Casado estaba vacunado, libre del sesudo periodismo de filtración. Fue anunciar su candidatura a presidente del PP y publicarse la imputación a tres profesores de la Universidad Rey Juan Carlos (entre ellos, el rector) en la investigación del máster de Casado. También que se había tomado esa decisión después de pedir al Congreso la confirmación de su aforamiento. Ha recordado Casado que los otros «trabucazos» por el máster fueron el 2 de mayo (cuando sonaba a la Comunidad de Madrid) y el 15 de mayo (cuando sonaba a la Alcaldía). Burda no es sólo una revista alemana, es también la política.

Cospedal, con las siglas del PP detrás, anunció ayer que se presentaba «para ganar, para ganar, para ganar». Muy Luis Aragonés. Soraya se plantó a esa hora tonta de la una y cuarto de la tarde en la puerta principal del Congreso, con sus columnas, sus leones y sus escaleras. Dijo que creía en el PP. También en la libertad («lo que nos hace hombres»). Va a contar con todos. Con todos esos a los que ve desde su cama. El 3.000 en Los Ángeles 84 lo ganó Maricica Puica. A Casado le faltaría el tinte.

Una cama con dosier

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