EDITORIAL ABC
El Brexit de nunca acabar
La primera ministra británica está acorralada en su batalla para lograr que el Parlamento de Londres apruebe el tratado de salida de la Unión Europea y camina hacia un más que probable bloqueo. Theresa May, sin embargo, tiene razón cuando reconoce que una prórroga de un par de meses no servirá de gran cosa, porque los problemas que han impedido hasta ahora rubricar ese acuerdo no desaparecerán con el tiempo. Aunque el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, haya asegurado que una extensión de los plazos para evitar una salida sin acuerdo sería la opción «más razonable», no se puede ignorar la verdadera naturaleza del proceso del Brexit, muy destructiva, ni ignorar que el sentido común se ha volatilizado en buena parte de los británicos y de su clase política.
Puestos a invocar opciones juiciosas, la más sensata sería la de un segundo referéndum, que por fin se ha atrevido a aceptar el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, y que a estas alturas sería la única posibilidad de desbloquear una situación que ahora no le conviene a nadie.
Teniendo en cuenta que aquel lema que tanto repitió May -«Brexit means Brexit»- no se puede tomar como un principio sólido, ya que significa cosas diferentes según los distintos sectores de cada uno de los partidos, un segundo voto sería razonable ahora que las opciones y la información sobre las consecuencias reales de este Brexit están crudamente expuestas y no tergiversadas, como sucedió en el referéndum de 2016. Lamentablemente, nadie va a tener el coraje de asumir esta opción, así que es muy probable que May pida esa prórroga y que Bruselas la acepte, al menos durante unos meses más, tiempo extra para mostrar las miserias de una operación política descabellada.