El bebé no entiende nada
Todo eran risas y armonía en Podemos 2016
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El bebé recuerda enero de 2016 como un periodo especialmente ajetreado de su bisoña existencia. Aquello era un no parar. Menudo estrés. En lugar de dejarlo tranqui en su cuna, mamá se empeñaba en llevarlo a todas partes: al cine, al camerino de maquillaje de las tele-tertulias al rojo vivo, incluso al Congreso de los Diputados.
En el Parlamento existía una guardería y además mami disponía de una nani. Pero la política de gestos demandaba espectáculo permanente. Así que en la sesión constitutiva de las Cortes el bebé acabó plantado en plena bancada de sus señorías. Allí dos diputados treintañeros, que parecían llevarse de maravilla, saludaron la presencia del infante con amplias sonrisas. Uno de ellos era flaco y huesudo, con gafas miopes y palidez espectral. Lo llamaban Iñigo. Con su jersey burgués y sus modales calmos parecía un bachiller salido de algún colegio curil de antaño. Su amigo, el jefe del clan, era barbado, coletudo, un poquito cargado de espaldas y con colmillos montados. Vestía con cultivado desenfado y en cuanto divisó al bebé montó un circo para las cámaras; ora acogiéndolo en su regazo afectuoso, ora levantándolo un poquito, mientras le susurraba piropillos con embelesada cara de "cuchi, cuchi". La madre, Carolina, asistía a todo aquel circo con una sonrisa algo fatigada, como quien paga un ingrato peaje por la sagrada causa. El bebé concluyó que toda aquella tropa se llevaba de maravilla. De hecho el mes anterior, en la jornada de reflexión de unas elecciones, el churumbel había ido al cine con mamá y con el señor de la coleta y su novia, Irene. No lo llevaron precisamente a una de Disney. Le endilgaron una película sobre Bárcenas.
Al flaco Íñigo no le convencía la deriva ultra de su líder, quería algo un poquito más templado. Como Podemos era la formación del debate abierto, la democracia directa y las flores y el pachuli, el ingenuo flaco lanzó su oferta moderada en un congreso del partido. Pésima idea: el líder lo laminó ipso facto e instaló en su lugar a su novia. Más tarde los separatistas catalanes lanzaron un golpe de Estado contra la democracia española. El líder tuvo entonces la esotérica idea de ponerse de su parte. Podemos comenzó a bajar en moto en las encuestas. Entonces a mamá se le hincharon las narices y declaró en los pasillos del Congreso –ya sin bebé– que situarse contra la unidad de España y a favor de los sediciosos era una chifladura. Irene, aquella querida amiga con la que el bebé iba al cine, la puso verde. Mamá, ay, fue purgada al instante por el líder.
¿Qué fue de aquella concordia jovial de enero de 2016? El bebé, que se ha aficionado a la política, repasa la foto fundacional de Podemos y percibe que han rodado todas las cabezas dirigentes: ya no está Monedero, ni Errejón, ni mamá. Tania también duerme en el olvido. La democracia directa y el debate abierto se han convertido en el corralito de Irene y el líder. Ayer en Cataluña cayó también el dirigente local, que llevaba el revelador apellido de Fachín. El Nirvana marxista ha derivado en el Camarote de los Hermanos Marx. El bebé ya no entiende nada.