Editorial
Balance positivo de un curso difícil
Encauzada la economía, el gran desafío nacional en esta hora es frenar la amenaza secesionista, el reto al que se enfrenta Rajoy
Mariano Rajoy se esforzó ayer por mostrar los éxitos de su gestión desde que consiguió ser investido presidente y formar Ejecutivo. España salía de un año de bloqueo político y con incertidumbre sobre el alcance real de la recuperación económica. Nunca conviene ser triunfalista, pero el dato conocido de un crecimiento del 0,9 por ciento del PIB en el segundo trimestre y la última EPA publicada anteayer, con cifras históricas de creación de empleo, abundan en la tesis de que esa recuperación es sólida y con expectativas razonables de sostenimiento en el tiempo. España ha superado la fase más tensa de la crisis pese a la nula cooperación de la oposición en todo este tiempo. La legislatura ha empezado a tomar velocidad de crucero basada en la estabilidad parlamentaria que ha logrado forjar el PP de la mano de Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y Nueva Canarias, una vez que Rajoy ha logrado aprobar los Presupuestos y pactar un techo de gasto asumible para el curso que viene. Nada ha sido gratis, incluso el precio ha podido ser demasiado alto.
No obstante, la deriva independentista seguirá siendo la principal amenaza para la estabilidad de España en los próximos meses. El Gobierno anunció ayer su recurso contra la arbitraria reforma suscrita por el Parlamento catalán para aprobar de modo exprés las llamadas leyes de «desconexión». El próximo lunes quedará automáticamente suspendida por el Tribunal Constitucional, pero el desafío ha alcanzado ya un punto de no retorno. Necesariamente, Cataluña y la manera de resolver este conflicto impidiendo a toda costa el referéndum ilegal son la principal preocupación de Rajoy. Y por desgracia, y por irresponsabilidad de Pedro Sánchez, el Gobierno no está hallando el apoyo que un partido como el PSOE, por historia y por respeto a la Constitución, debería prestar. Pero, solo o acompañado, Rajoy tiene la obligación de frenar esa consulta. Por ser ilegal, por ser sectaria, por ser injusta para los catalanes y porque, sencillamente vulnera la Constitución y los derechos de todos los españoles.
En materia exterior, España está recuperando un papel determinante en múltiples foros internacionales, y recibe el elogio institucional como ejemplo de rehabilitación tras la profunda crisis económica. Es fiable para los mercados, genera credibilidad y gana en confianza. Sin embargo, al Gobierno sigue pesándole como un baldón la actuación de los Tribunales contra los abusos de corrupción cometidos por algunos de sus antiguos dirigentes. La réplica del PP sigue pendiente porque aún se percibe como insuficiente por una parte relevante de la ciudadanía. Es indudable que hasta que no haya sentencias firmes, la corrupción seguirá mermando su capacidad para dar por superada una etapa funesta de su historia.