Editorial ABC

Ayuso, entre los errores y la cacería

Madrid comete errores, pero eso no puede situarla en indefensión porque a Sánchez le escueza que Ciudadanos no claudique en su obsesión por derrocar a Ayuso

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La pandemia ha vuelto a situar a Madrid en una senda más peligrosa que inquietante. Los contagios han generado una sensación temerosa que empieza a recuperar los peores recuerdos de la primavera: UCI al límite, hospitales saturados, centros de atención primaria en dificultades… y, sobre todo, confusión. La incertidumbre se ha vuelto a apoderar de Madrid, y desde esta perspectiva es un error sin paliativos que el Gobierno de Ayuso no ponga certidumbre donde hay inseguridad. No es momento de descoordinación interna, de políticas de comunicación fallidas o de deslealtades entre socios de Gobierno porque el virus no entiende ni de política, ni de fronteras ni de conflictos ideológicos. Solo sabe de contagios, de miedo y de muerte. Por eso la transmisión a la ciudadanía de las decisiones que se adopten no puede ser frívola. Un confinamiento como el anunciado de manera improvisada por un viceconsejero no es lo mismo que restringir la movilidad. Reducir las reuniones sociales no es lo mismo que enclaustrar a los madrileños. Y las competencias del Gobierno central no son las mismas que las de un Ejecutivo regional. Por eso, la exactitud es muy relevante en la comunicación entre los políticos y los ciudadanos, sean del partido que sean, y cualquier error solo provoca desconfianza. La Comunidad de Madrid sabe que se ha equivocado por muchos éxitos de gestión que haya tenido anteriormente. El ciudadano, y no la pugna política, es lo esencial.

Ahora bien, tampoco conviene sustraerse a otra realidad: Madrid es una obsesión posesiva para la izquierda, y Sánchez se ha desentendido de la pandemia, responsabilizando a las autonomías de los rebrotes. Madrid está en una situación delicada, como lo están otras. En agosto, Cataluña o Aragón sufrieron graves reediciones del virus y nadie arremetió contra sus gobiernos. No es solo una cuestión sutil de discrepancias sanitarias o de errores de comunicación. Es la ofensiva desmesurada contra Ayuso con una campaña de acoso como manera de aislar al PP. Negarlo es absurdo porque es pieza de caza mayor. Además, en Madrid escandaliza lo que no escandaliza en otros lugares. Los confinamientos selectivos ya se han aplicado en otros barrios y pueblos y no ha resultado ni ilegal ni escandaloso. Y si Ayuso tuviese que acordar medidas extraordinarias, no sería un demérito político, por conflictiva que fuese su decisión. Hoy, parte de Palma de Mallorca está confinada y no hay ruido. Madrid comete errores, pero eso no puede situarla en indefensión porque a Sánchez le escueza que Ciudadanos no claudique en su obsesión por derrocar a Ayuso. De ahí su propagandística oferta de reunirse con ella. Madrid no está necesitada de improvisadas operaciones de imagen de Sánchez a mayor gloria de su cinismo, sino de decisiones eficientes y sinceras con el ciudadano.

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