Editorial ABC
Ayudar a la libertad en Bielorrusia
Lukashenko debe dejar el poder para que su país pueda emprender con calma el camino de su libertad

Que el sistema de gobierno en Bielorrusia es una dictadura es algo que no admite ninguna duda. Y lo era mucho antes de la convocatoria de las últimas elecciones-farsa. Lo único que ha cambiado es que los ciudadanos han dicho basta y han superado el miedo a la represión que también existía antes de que saltase a las primeras páginas de los diarios de todo el mundo. En cierto modo hay algo de cinismo en esta denuncia estridente de los gobiernos europeos ante una situación que ya existía prácticamente desde la independencia de este país, tras el colapso de la Unión Soviética. Toda esa cautela durante años a la hora de señalar a un autócrata como Alexander Lukashenko tenía que toparse un día u otro con la realidad de los hechos y al final el problema se ha desatado, sin tener en cuenta si a la Unión Europea le conviene más o menos ahora que se tensen las relaciones con Rusia, que es el auténtico protector del régimen satélite de Minsk. En todo caso, Lukashenko debe dejar el poder para que su país pueda emprender con calma el camino de su libertad. Los bielorrusos deberían tener los mismos derechos que el resto de ciudadanos libres de los países europeos y ayer mismo lo reafirmaron con una gigantesca manifestación de protesta con la que pedían la renuncia del dictador. En estos momentos, Europa no puede mirar hacia otro lado porque los bielorrusos merecen claramente su apoyo. Sin embargo, los gobiernos deberían hacerlo de manera que no se repitan los mismos graves errores que ya se cometieron en el caso de Ucrania y que, a causa de la inaceptable injerencia rusa, han acabado condenando a este país a vivir en un conflicto armado permanente en las regiones orientales, además de haber perdido en los hechos una parte de su territorio.