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El recuadro

Alarma de Estado

Están haciendo de su capa un sayo, y es lo que me asusta del estado de alarma:me crea la alarma de Estado

Antonio Burgos

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Como cariño le coge el preso a la reja de la cárcel, que dice el cante, nos hemos acostumbrado al estado de alarma. Por falta de días de vigencia no será. Y lo que rondaré, morena, que la presente no será la última prórroga: vamos ... a la tanda de penaltis. Parece que siempre hemos tenido estado de alarma. Nos hemos aprendido incluso los tramos horarios en los que podemos salir a estirar las piernas y a ver que la gente, con la mayor insensatez, va por ahí sin mascarilla, repartiendo contagios. Mucho pedirla en los transportes públicos, sin exigirla en la calle y en la vida cotidiana. Tan lamentablemente acostumbrados andamos con el estado de alarma que no advertimos que el Gobierno lo está aprovechando para aprobar a grandes tacadas cuanto le interesa en los Consejos de Ministros, sin que nadie proteste, ni lea las tropelías que cada día aparecen en el BOE. Un arma en manos del Gobierno cargada de discrecionalidad y acercamiento a las tesis más filocomunistas que puedan temerse. Como la jaca de Estrellita Castro galopaba y cortaba el viento caminito de Jerez, los decretos leyes del BOE van que escarban hacia Cuba y Venezuela, cuyo modelo nos están imponiendo mientras estamos todos preocupadísimos, y con razón, con el Covid. Como el que mira al cielo porque le han dicho que va un burro volando: digamos Pegaso mismo para hacerlo más literario y mitológico.

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