Enfoque
No, nunca al «jarabe democrático»
Abucheos a Sánchez en Huelva

Un buen periodista (de esos a los que hay que leer porque van por libre) me lo apuntó ayer. «No sé qué es más desolador: escuchar a quienes le insultan o a quienes le aplauden al grito de presidente, presidente...».
¡Qué espectáculo! Pedro Sánchez ... saliendo de un funeral (quién lo hubiera imaginado) en la parroquia de san Francisco de Asís de Matalascañas en memoria del medioambientalista José María Pérez de Ayala, uno de los grandes expertos en el tesoro natural de Doñana.
Los videos que rulan por todas partes son patéticos. En unos predominan los gritos de «ladrón, chorizo y vete ya», entre otras lindezas. En otros, un grupo de «hooligans» claman «presidente, predidente», como si no lo fuera ya. Y aplauden y hacen fotos y Pedro responde desde el coche moviendo la manita exactamente igual a como lo hace la Reina de Inglaterra.
¡Qué porte! ¡Qué Majestad! ¿Sabrán los que aplauden enfervorecidos cuántos españoles han muerto por coronavirus o cuántos han quebrado?
Y todo ello rodeado de una docena de escoltas, sin contar guardias civiles. Todos casi de uniforme con americana azul marino, vaqueros pitillo, sin calcetines, pinganillos a juego y hasta el maletín blindado desplegable. ¡Ah! y un detalle: toda la comitiva luce los todoterrenos blancos de Doñana con matrículas del Ministerio de Medio Ambiente. Que no falte de ná.
Insisto. No sé qué es más desolador ni más patético. La parafernalia y las pintas, la moda y las fotos, los insultos o los elogios. Ese despliegue en mitad de la pandemia o ese show hortera en plena quiebra.
PD: Yo sentí vergüenza ajena al ver el acoso y la violencia en torno a Rosa Díez, a Soraya Sáenz de Santamaría, a Cristina Cifuentes, a Esteban González Pons y tantos otros.
Y me parecen fatal los insultos y los escraches a Pablo Iglesias y a Irene Montero, o a Monedero. -¡Qué personaje, es mi favorito!
No. Nunca al «jarabe democrático» entendido como lo inventó el actual vicepresidente del Gobierno. El mismo que se emocionaba al ver cómo pateaban a un policía y que hoy vive en un casoplón rodeado de guardias civiles de élite.
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