Cortinajes Montero
Novedades sobre el aborto

Se había puesto la mañana muy fea en Galapagar. El juez que instruye el caso Dina (desde hoy, caso Iglesias) mandaba una exposición razonada al Tribunal Supremo para que se hiciese cargo del futuro penal del vicepresidente segundo del Gobierno, del que la Audiencia Nacional ... sospecha incurso en los presuntos delitos de descubrimiento y revelación de secretos, con agravante de género [de género, Montero], daños informáticos y denuncia falsa y/o simulación en relación con el robo del móvil de su exasesora. Tan mal pintaba el cielo sobre el chalé, y por ende sobre La Moncloa, ese cielo asaltado, que la ministra Irene Montero acudió al rescate del padre de sus hijos y anticipó, por sorpresa, que el Gobierno se disponía a derogar ya la ley del aborto de 2015, que corregía la llamada ley Aído, recurrida en su día por el PP y que duerme el sueño de los justos en un cajón del Tribunal Constitucional desde 2010 sin que los magistrados hayan encontrado desde entonces un ratejo para ver si se ajusta a la Carta Magna o no. A la espera de que se pronunciase el TC, la reforma de 2015 apenas modificaba que a partir de entonces las menores deberían informar a sus padres de que iban a abortar. Pero ni eso les vale. Así que en día de nubarrones Montero vio el cielo abierto y encontró en el pacto de Gobierno PSOE-Podemos la clave para aliviar mediáticamente los padecimientos del padre de sus hijos. Por ahí no se puede escapar la ministra para justificar el sorpresivo anuncio-cortina de humo, pues también incluye la derogación de la reforma laboral y parece que no hay lo que hay que tener para liquidarla, que no es otra cosa que ponerlo en el BOE. Los votos los tienen.
El caso es que aunque en ese cajón olvidado, el recurso contra la ley Aído sigue ahí como una espada de Damocles sobre un Ejecutivo dispuesto a vestirse de Herodes, orillando la propia doctrina del TC sobre el asunto y consolidando su inmersión en la cultura de la muerte, después de que haya activado la ley de eutanasia en las Cortes, descartando implementar los cuidados paliativos, una solución más ética, tal y como piden los Colegios de Médicos. A unos se les niega la vida (los que llegan) y a otros se les acorta (los que se van). ¿Eso es progreso? ¿Lo es matar o no dejar vivir? «Nuestros cuerpos son nuestros, nosotras decidimos», dijo ayer Montero cuando lanzó la cortina de humo para despistar lo de Pablo camino del Supremo, versión parlamentaria del «nosotras parimos, nosotras decidimos». También la Justicia ha decidido que Pablo vaya ya camino de las Salesas.
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