El batallón de uno en uno
De la «beca black», a la semana laboral de cuatro días
Empíricamente demostró Errejón que se pueden cobrar 1.800 euros al mes reduciendo muchísimo las horas de trabajo. No uno, a él le sobraron los cinco días de la semana laboral cuando lo de la beca

«No es libre quien no tiene tiempo» y «hay personas a las que el ritmo de la vida les supera». Con tan «poderosos» argumentos se subió el otro día Íñigo Errejón a la tribuna del Congreso para pedir la implantación en España de la ... semana laboral de cuatro días, en vez de cinco como ahora. Es decir, se trata de trabajar 32 horas en vez de 40, rebaja que se conseguiría según él mejorando la productividad y, cómo no, creando un Fondo de Recuperación y Resiliencia (no podía faltar el neologismo preferido del diccionario del progre de manual) para incentivar a las empresas a que promuevan el recorte horario. Cincuenta millones proponía el líder de Más País destinar en los Presupuestos, lo que en términos prácticos no debe dar ni para pipas teniendo en cuenta que pese a la mala gestión del Gobierno de Pedro y Pablo aún quedan en España diecinueve millones de personas con empleo. Su enmienda terminó en la papelera. Ni la izquierda, que a veces masculla la idea de los cuatro días, aceptó la ocurrencia en este contexto tan adverso y eso que Errejón, cuya vida laboral jamás se ha apartado del dinero público, se arrancó hasta por los filósofos clásicos para intentar convencer a la Cámara: «Aristóteles ya decía que solo quien tiene tiempo puede pensar políticamente y la democracia requiere que la gente común tenga tiempo». Aguante (si puede) la risa el lector porque a los cinco segundos le estaban recordando a Errejón todo el «tiempo libre» que le dejó aquella «beca black» de dinero público cobrado por no hacer nada salvo ir al cajero automático a sacar los billetes. Quizá aquella «edificante experiencia» personal, vulnerando el contrato que firmó y que exigía trabajo presencial en Málaga y 40 horas semanales, fuese la levadura donde Errejón fue medrando la idea de la semana laboral de cuatro días. Porque además del viernes, a él le sobraban el lunes, el martes, el miércoles y el jueves para hacerse con los 1.800 euros mensuales que le endosaba la universidad malagueña mientras, a 600 kilómetros de su trabajo, él organizaba por entonces el cotarro en Podemos.
La idea de que en España se trabajen menos horas no es nueva en Más País, esa herejía que le salió a Podemos fraguada tras aquel Trafalgar que ante Iglesias sufrió Errejón, que fue el único que salió triste de Vistalegre II. En su programa electoral incluía algunos aspectos que merecerían un volumen en aquellos tebeos de «Olé, magos del humor», pues contiene piezas memorables. Además de la semana de cuatro días, proponía «acabar con el PIB», porque al parecer es «un indicador contraproducente». Bien mirado, quizá en lo de «acabar con el PIB» es en lo único que el Gobierno de Sánchez ha hecho caso a Errejón, pues camino lleva si tenemos en cuenta que España es campeona de Europa en caída estrepitosa de su PIB y solo la Argentina del peronista Fernández la aparta del cetro mundial.
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