Tribuna abierta
El nuevo petróleo: los semiconductores
La escasez de semiconductores se debe, al menos en parte, a que esa compleja cadena que funcionaba sin fricciones en un mundo sin apenas barreras comerciales antes de la presidencia de Trump y, sin duda, sin las barreras al movimiento en la pandemia
TLos semiconductores inundan nuestros medios, pero no queda claro porqué una manufactura puede escasear tanto. Parece aún más incomprensible para una potencia manufacturera como la Unión Europa, pero la realidad es que cada semiconductor es resultado de una cadena de producción muy compleja, desde el diseño a la litografía, producción y ensamblaje, por lo que ninguna economía puede integrar toda la cadena verticalmente sin incorporar valor añadido de otras geografías.
La escasez de semiconductores se debe, al menos en parte, a que esa compleja cadena que funcionaba sin fricciones en un mundo sin apenas barreras comerciales antes de la presidencia de Trump y, sin duda, sin las barreras al movimiento en la pandemia. Más allá de los parones intermitentes de algunos puertos clave en mercancías y las limitaciones del transporte aéreo, otro motivo importante explica la escasez de semiconductores: cada vez se necesitan más para el mismo producto, la mayor digitalización en la producción industrial. En otras palabras, un automóvil hoy necesita muchos más semiconductores y más aún si es eléctrico.
Además, los semiconductores que se utilizan en un vehículo tradicional y uno eléctrico son distintos. De hecho, cuanto más avanza la tecnología, más complicados y normalmente más pequeños son los chips que se han de producir, por lo que las empresas capaces de hacerlo son muy pocas. Esto está produciendo cuellos de botella en la producción de muchas manufacturas y un fuerte aumento de los precios de los componentes incluyendo los semiconductores.
Por eso algunos comparan los semiconductores con el petróleo. Si a finales de los 70 y principios de los 80 el petróleo fue la causa de dos crisis económicas mundiales caracterizadas por una recesión prácticamente global y un aumento de la inflación, lo mismo podría ocurrir actualmente si se agudizara la escasez de semiconductores. De hecho, el problema es más acuciante para la economía china, que aún depende del resto del mundo para la provisión de semiconductores extremadamente necesarios para los sectores donde China ha conseguida una ventaja comparativa, como los productos electrónicos, vehículos eléctricos o 5G. De hecho, China hace ya años que importa más semiconductores que petróleo.
En la UE, aunque existen empresas punteras en la parte de mayor añadido de la cadena de producción de semiconductores, como puede ser la litografía, seguimos siendo importadores netos y dependientes del resto del mundo para el aprovisionamiento de nuestras principales industrias. Esta dependencia se ha complicado por las medidas de EE.UU. desde 2018 para contener el ascenso tecnológico chino. En concreto, la exportación de semiconductores a empresas como Huawei está muy constreñida por regulaciones norteamericanas. Además, entre los principales exportadores de semiconductores del mundo hay empresas taiwanesas cuyos principales mercados son EE.UU. y China. Ante ese polvorín, parece acertada tanto la decisión de la UE de subsidiar los esfuerzos de las empresas europeas de semiconductores como que éstos serán necesarios para producir cualquier manufactura sofisticada. Aun así, parece importante apostar por procesos de mayor valor añadido en semiconductores, como puede ser el diseño o la litografía, evitando subsidiar partes más fáciles de reproducir y donde es muy probable una sobreproducción futura, especialmente dado el enorme esfuerzo de inversión de China en este sector.
Alicia García Herrero
es economista