Editorial ABC
Alemania marca el camino en el plagio
Doctorados fraudulentos, como el de Sánchez tras pasar por el filtro de ABC, deberían ser motivo de una dimisión. En España, en cambio, dan origen a un libro autobiográfico sobre la capacidad de resistencia
Una ministra alemana, Franziska Giffey, aspirante a presidir desde septiembre el Partido Socialista de ese país, se ha comprometido a renunciar a su candidatura y a seguir formando parte del Ejecutivo de coalición de Angela Merkel si se confirman los serios indicios de que plagió su tesis doctoral antes de acceder a la política. De momento, una plataforma anónima de «internautas voluntarios» ha diagnosticado que en una de cada ocho páginas de las 200 que tiene la tesis, Giffey plagió contenidos.
El caso suena mucho al escándalo público que provocó la forzada publicación de la tesis doctoral de Pedro Sánchez después de que ABC desvelara que al menos un 20 por ciento de ese trabajo estaba plagiado, con la diferencia, no poco relevante, de que en este caso la ministra alemana promete renunciar a su carrera, y Sánchez en cambio mintió a la opinión pública con tanto desahogo político como desvergüenza académica. En el colmo del cinismo político, ABC recuerda hoy cómo fue el propio Sánchez quien en su día puso a los cargos públicos alemanes como ejemplo de dignidad política por dimitir cuando fueron sorprendidos falseando sus tesis doctorales o sus currículos profesionales. El doble rasero ético de Sánchez se ha convertido ya en triple. Tiene uno de exigencia máxima e intransigencia política para la derecha en todo lo que haga, piense o falle, faltaría más. Tiene otro para la izquierda en general, y para el PSOE en particular, mucho más transigente y comprensivo. Y tiene uno inédito en nuestra democracia, de tintes cesaristas, y basado en la inmunidad total para sí mismo en la medida en que no cabe duda alguna de que su tesis fue plagiada, de que La Moncloa usó fondos públicos para mentir negando la evidencia, y de que falseó los datos de una empresa verificadora de plagios para presentar ante la opinión pública lo que en realidad fue una copia en toda regla como una simple anécdota universitaria.
En cualquier caso, empieza a resultar llamativa la indigencia intelectual de muchos exponentes de la clase política europea que han alcanzado cotas de aparente ejemplaridad pública y de rigor formativo mintiendo a sus electores. En este caso vuelve a ser un relevante cargo de la izquierda quien presume de lo que no es. Los doctorados fraudulentos, una vez acreditados, como el de Sánchez tras pasar por el filtro de ABC, deberían ser motivo de una dimisión inmediata. En España, en cambio, dan origen a un libro autobiográfico sobre la capacidad de resistencia. En eso Sánchez tiene razón: resiste a la mentira como ningún otro presidente de nuestra democracia.