La alberca
La fábrica de necios
Hay un programa político para la involución, para hacernos dependientes

Como le dijo don Quijote a Sancho en sus andanzas por Sierra Morena, hacer el bien a villanos es echar agua al mar. Pero, ¿quién renuncia a verter siquiera un cubito sobre el océano del Congreso, donde esta semana se ha fundado la fábrica de ... necios de España? Ya sé que la queja es muda para el sordo, pero al menos alivia al herido. Y si van a consumar su plan para guiar a nuestros hijos a la burricie con la nueva ley educativa, qué menos que este humilde pataleo. Han puesto negro sobre blanco que no se puede repetir curso, que se avanza con cualquier repertorio de cates, lo que supone la abolición del esfuerzo y del compromiso como valores de progreso. Los vagos ya pueden tocarse oficialmente el cacharro. Tirad cohetes, que estamos de romería. Si este engendro perdura, el futuro estará en manos de unos cenutrios de probeta que no sabrán hablar español en Barcelona y en Bilbao, que serán sabios en perspectiva de género pero con faltas de ortografía, que fortalecerán «sus capacidades afectivas en sus relaciones con el planeta» (sic) sin saber cuál es la capital de Noruega, que habrán sido amaestrados por profesores fichados a dedo por un Gobierno con potestad para remover a los docentes que osen hablar con rigor a los niños del estalinismo o del muro de Berlín... Tontos perfectos. Masa para hacer magdalenas o galletitas, según convenga.
Los grandes escritores se han rebelado al alimón. Cubos de agua al mar. Ni la unanimidad de los intelectuales, que son un estorbo para el proyecto de implantación del igualitarismo mental, frenará a este Gobierno que hostiga la lengua de Cervantes con fines opresores. La única forma de que ellos sean mejores y, por tanto, dignos de perpetuarse en el poder, es que los demás seamos peores y, en consecuencia, necesitados de su tutela. El frente autocrático está decidido a distribuir la ignorancia con su manivela de hacer zoquetes. Se trata de llevar a término una involución programada hasta que puedan ser nuestros acemileros.
Ya se lo reconoció Sancho Panza a su señor: el asno sufre la carga, no la sobrecarga.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete