El acoso a Pablo Casado

Se puede cuestionar el sistema que daba esos títulos, pero #no a los miles de españoles #que los obtuvieron

Pablo Casado, presidente del PP Jaime García
Ramón Pérez-Maura

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El acoso judicial a Pablo Casado era previsible. De nada ha valido que la investigación sobre su licenciatura haya sido archivada por la Universidad Complutense de Madrid, una institución regida hoy por Carlos Andradas, un matemático de ideología nada afín al Partido Popular. Ahora hay que ir a por el máster de la Rey Juan Carlos que es una Universidad que difícilmente podrá sobrevivir al daño que le ha causado el chiringuito académico del profesor Álvarez Conde.

El caso de Casado es extraño porque la jueza instructora no le ha dado la oportunidad de acudir a declarar ante ella voluntariamente, para lo que Casado estaba amparado por el artículo 118 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Pero eso implicaba correr el riesgo de que con las pruebas aportadas por Casado, incluidos los trabajos con los que validó las asignaturas que aprobó, la elevación del caso al Supremo hubiera sido imposible y se habría acabado el ruido. Es verdaderamente sorprendente que se pida a Casado aportar una documentación que la propia Universidad no está obligada a guardar. Documentación que podía haber desaparecido hace años. Pero que Casado conserva milagrosamente.

Que la jueza hable de que a Casado se le «regaló» el máster por su «relevancia política» ya parece una broma. En el curso académico 2008-2009 Casado era diputado en la Asamblea de Madrid. Es decir, había sido elegido en una papeleta en la que figuraban 120 nombres. De esos 120 habían sido elegidos diputados 67 y de los 67 el diputado del que el profesor Álvarez Conde consideraba que tenía «relevancia política» era Pablo Casado. Por lo que habrá que reconocer, cuando menos, que por lo que destacaba el profesor Álvarez Conde era por su visión política a futuro. Se ha dicho también que Casado era presidente de Nuevas Generaciones del PP, lo que es, simplemente, falso. Entre 2006 y 2011 el presidente de la rama juvenil del Partido Popular era Nacho Uriarte, no Pablo Casado.

Sorprende también el silencio que sigue guardando la Universidad en la que el presidente del Gobierno cursó su máster secreto. Que no es una Universidad pública, sino una privada que en los días en que él obtuvo su título (secreto) no era lo que se llamaría un centro académico de excelencia. Como la infinita lista de políticos españoles, especialmente de izquierda, que han presentando currículos más que cuestionables. El de Pablo Casado no es un currículo discutible por más que intenten cuestionarlo. Es, simplemente, el currículo de un estudiante que no destacó ni ha pretendido nunca hacer bandera de sus títulos.

Lo que toda esta revuelta en torno a los títulos de Casado demuestra, es que él cumplió con los procedimientos para obtener su titulación. Lo que es cuestionable es si la Universidad española tiene un procedimiento académico equiparable con el de otros países para la obtención de esos títulos. España ha tenido durante casi treinta años, desde la ley de José María Maravall en 1985, leyes educativas socialistas. La izquierda nunca ha consentido la incursión de las políticas liberal-conservadoras en materia educativa y cuando se logró en diciembre de 2013 con la LOMCE, el único objetivo ha sido acabar con ella a la mayor brevedad posible. Pero son las leyes generadas por Gobiernos socialistas las que han creado una Universidad en la que pueden conseguirse títulos con gran facilidad. Y la obligación de un alumno es cumplir con los requisitos que marca el centro académico para la obtención de un título. Pablo Casado lo hizo. Ahora se puede cuestionar el sistema universitario que daba esos títulos, pero no a los miles de españoles que los obtuvieron en universidades publicas y privadas.

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