Editorial ABC
Vulnerables, pero más fuertes
El grueso de la ciudadanía ha asumido su papel en una guerra contra el Covid-19 que desde hace ya más de una semana ha estado marcada por la serenidad, la aceptación y la reacción solidaria
Tras duplicar desde el pasado sábado el número de víctimas mortales y aumentar la cifra de afectados en decenas de miles, España se prepara para asimilar en las próximas jornadas el pico de una curva cuyo dramático trazado va a responder, de forma inexorable, al afloramiento de los casos incubados en la última semana. Los españoles son conscientes de lo que se juegan en esta batalla, y de todo lo que apuestan para el futuro con una reclusión que han sabido interpretar como el sacrificio al que obliga su compromiso, su civismo y, más aún, su confianza en las capacidades, habitualmente latentes, que atesoran para afrontar y superar la adversidad. No solo los profesionales que estos días de confinamiento domiciliario aseguran las constantes vitales de la sociedad se han convertido en genuinos agentes de los servicios públicos. El grueso de la ciudadanía ha asumido su papel en una guerra contra el Covid-19 que desde hace ya más de una semana ha estado marcada por la serenidad, la aceptación y la reacción solidaria.
Las empresas privadas que modifican sus cadenas de producción para abastecer de material a los hospitales, los voluntarios que asisten a los más desfavorecidos, los arrendatarios que suspenden el cobro del alquiler a sus inquilinos o los vecinos que se reúnen cada tarde para reforzar en los balcones su sentimiento de comunidad se han anticipado a los rigores de una crisis, no solo sanitaria, en la que la sociedad ha sabido estar en todo momento por encima de cualquier exigencia o decreto. Es precisamente esa respuesta conjunta, que lleva implícita la voluntad de adelantar y digerir los más crueles acontecimientos, la mejor vacuna contra un dolor para el que nuestra sociedad, confortada por el hedonismo, no estaba preparada. No somos inmunes, pero sí somos más fuertes.