Editorial ABC

Dar la vida en las peores circunstancias

Es ese personal sanitario -desde celadores a cirujanos, pasando por conductores, enfermeras, residentes y servicios de limpieza- que, más allá del cumplimiento de sus obligaciones, se ha entregado a la curación de los enfermos por el Covid-19

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La pandemia del Covid-19 está produciendo el efecto de apreciar como una bendición lo que hasta hace no muchas semanas apenas merecía noticias, salvo para dar cuenta de conflictos y quejas. Es ese personal sanitario -desde celadores a cirujanos, pasando por conductores, enfermeras, residentes y servicios de limpieza- que, más allá del cumplimiento de sus obligaciones, se ha entregado a la curación de los enfermos por el Covid-19. Mejor dicho, a su salvación. Y el compromiso les está llevando a poner en riesgo su propia vida, no solo porque están tratando a personas infectadas por un virus extremadamente agresivo, sino también porque no han dispuesto de los medios necesarios para su protección. Las fotografías de sanitarios envueltos en bolsas de basura para entrar en las habitaciones y las UCI de sus pacientes han sido la antesala de un balance estremecedor, un verdadero recuento de bajas entre infectados y fallecidos, cuya verdadera dimensión, junto a las responsabilidades políticas, también deberá ser analizada. Pese a tanto riesgo no ha habido deserciones, solo testimonios de sanitarios recuperados de la infección y reincorporados al día siguiente de su alta a la lucha.

Por si este sacrificio no fuera suficiente, se le une el de mantenerse aislados de sus familias, que añade el coste de no poder liberar la tensión de cada día con un simple abrazo, hoy convertido en la gran ilusión de millones de ciudadanos. Tanto bienestar garantizado ha hecho que una sociedad rica como la española perdiera la referencia de todo lo que significa tener una clase sanitaria bien formada y vocacional. Es evidente que la vuelta a la normalidad no permitirá mantener los actuales niveles de movilización de personal sanitario, pero lo importante es que esa normalidad no traiga también el olvido y la indiferencia por aquellos a quienes miles de españoles deben sus vidas.

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