Editorial ABC
Unidas Podemos, campo a través
El intervencionismo estatal, la servidumbre de los sindicatos de clase, la reactivación de los subsidios y la búsqueda del voto cautivo son las recetas de Iglesias para el campo español
Acompañada del jefe de filas de su partido, Pablo Iglesias, cuya hueca agenda vicepresidencial le permite adentrarse en áreas que le son ajenas, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, comenzó ayer a desestabilizar el debate abierto por el titular de Agricultura con los distintos sectores implicados en la crisis del campo. Las tractoradas continúan activas mientras Luis Planas trata de concertar una estrategia a múltiples bandas que desde hace ya dos semanas se desarrolla de forma discreta y a la sombra de las regulaciones que sufre la agricultura, actividad sometida a las directrices comunitarias, las guerras comerciales, el populismo salarial del Gobierno o las exigencias comerciales de las cadenas de distribución. No es casual que ayer mismo Bruselas planteara una reducción del 13,9 por ciento de los fondos de la PAC para el próximo sexenio, o que rechazara la financiación de más cincuenta proyectos agrícolas presentados por España. La complejidad del escenario rural, además de conocimiento del medio, exige prudencia extrema, cualidades que la titular de Trabajo ha sustituido por la demagogia y el adanismo asambleario con que su formación receta soluciones a diestra y siniestra.
Los despropósitos y contradicciones del Gobierno socialcomunista que preside Pedro Sánchez -ya notables, cuando no sangrantes, en áreas como la diplomacia y la política territorial- llegaron ayer al campo de la mano de Iglesias y Díaz. Después de excluir de la reunión convocada en la sede del Ministerio de Trabajo a los responsables de las organizaciones agrarias, genuinos actores y víctimas de esta crisis, la solución del gabinete paralelo de Unidas Podemos -alcanzada tras negociar exclusiva y amistosamente con UGT y CC.OO., con Cañamero al fondo- pasa por reducir de 35 a 20 las peonadas necesarias para acceder al subsidio agrario, figura asistencial sobre la que la izquierda radical basa toda su estrategia agrícola. El intervencionismo estatal, la servidumbre de los sindicatos de clase a los planes gubernamentales, la reactivación de una figura tan anacrónica, improductiva y lesiva como la del subsidio y, en definitiva, la apuesta política por una nueva cosecha de votos cautivos en las regiones menos desarrolladas -Andalucía y Extremadura- constituyen el planteamiento de los socios de Pedro Sánchez para atajar una crisis con tantas derivadas que escapa al manual de inspiración marxista que guía a Pablo Iglesias. Mientras encuentra alguna tarea a la que dedicar su tiempo como vicepresidente, el líder de Unidas Podemos sabe cómo sacar partido del desconcierto del Ejecutivo de coalición y de las debilidades de su presidente, en esta ocasión para mover ficha en un campo español que lo que menos necesita es populismo, ataduras y subdesarrollo.