Editorial ABC
Sin uniformes, pura política
Sin que Pedro Sánchez lograra anoche explicar el motivo, el Gobierno ha decidido prescindir de los mandos militares y policiales en las comparecencias diarias
Una respuesta del general Santiago abrió el debate sobre la presencia de mandos policiales y militares en las ruedas de prensa desde La Moncloa. Para el Gobierno, la imagen diaria de científicos y técnicos junto a oficiales uniformados constituía una credencial de solvencia, pero, al mismo, ponía en riesgo a los portavoces de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado. Un comentario fuera de guion -no fue un «lapsus»- puso en jaque la neutralidad política de estas instituciones, cuyos integrantes guardan con un esmero digno de todo elogio. Las incursiones partidistas del máximo responsable del comité técnico, Fernando Simón, han sido avisos periódicos sobre el filo de navaja por el que empezaban a caminar los representantes policiales y militares, sometidos por el Gobierno a un juego político que ya ha terminado para ellos, precisamente cuando son los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad los que más confianza generan en la sociedad y más tranquilidad podían transmitir, por su pureza institucional y su voluntad de entrega, en un momento como el actual.
Sin que Pedro Sánchez lograra anoche explicar el motivo, el Gobierno ha decidido prescindir de los mandos militares y policiales en estas comparecencias diarias, quizá para contener el malestar interno de los cuerpos uniformados y evitar el desgaste de su reputación. Nunca fue suyo el problema, sino del Ejecutivo y de su Secretaría de Comunicación. El Gobierno tiene la obligación de hacer un uso responsable de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, y esto empieza por no implicarlas en sus enjuagues censores de la libertad de información y de expresión; y, por supuesto, no hacerlas cómplices de una estrategia partidista, porque su compromiso con la sociedad está muy por encima de esta política de menudeo del Gobierno socialista.