Editorial ABC
Sánchez o la moderación impostada
La crisis de credibilidad del Gobierno y la evidencia de sus errores, trampas y ademanes autoritarios no han sido suficientes para que se aviste un vuelco político
La nueva entrega del barómetro que GAD3 realiza para ABC viene a confirmar el fortalecimiento de las opciones del bipartidismo a costa de los partidos que se situaron en sus respectivos extremos. Ni siquiera los últimos escándalos protagonizados por el Gobierno han mermado su apoyo popular, que según la encuesta se mantiene en el 28,3 por ciento, casi idéntico al resultado que cosechó en las elecciones del pasado noviembre. Es Unidas Podemos la formación que se desgasta y pierde votos y escaños, con ocho diputados menos que en los anteriores comicios. El radicalismo que de forma consciente y orgullosa exhibe Pablo Iglesias para reivindicarse como líder de la verdadera izquierda solo ha contribuido a amedrentar a buena parte de sus votantes, que han buscado refugio en las posiciones aparentemente moderadas que se encarga de representar Pedro Sánchez en el Gobierno que preside. Sánchez juega con fuego al permitir que Iglesias cargue contra la Corona y el poder judicial o que, siempre atendiendo a las «distintas sensibilidades políticas» de su Ejecutivo, convierta las Cortes en un polvorín de insultos. El presidente del Gobierno hace sus cálculos y saca tajada de la radicalidad de su socio, una estrategia que a través del trasvase de apoyos electorales le permite sobrevivir, o malvivir, con sus 121 diputados, pero que pone en riesgo la convivencia y amenaza el sosiego institucional en un momento crítico para España.
Del lado de la derecha, el PP de Pablo Casado se estanca en el 25,4 por ciento (111 diputados), con un apreciable despegue respecto a los votos que cosechó el pasado noviembre, una variación al alza que es proporcional a la caída que registra Vox en la serie de este barómetro. Pese a las descalificaciones a las que recurre la izquierda para tratar de presentarlo como una fuerza de ultraderecha próxima al fascismo, la posición moderada del PP cala entre un electorado conservador que, sin embargo, aún no es consciente de que solo la unidad de las fuerzas de centro-derecha puede permitir un cambio de gobierno, tan necesario para aportar sensatez a la gestión pública y evitar que el sectarismo, la arbitrariedad, el engaño sistemático o la torpeza contribuyan a complicar aún más la recuperación de nuestro país. El escenario que deja la nueva encuesta, en la que se aprecia una progresiva concentración de los votos que habían migrado a los extremos de la oferta política, resulta en cualquier caso desalentador. La crisis de credibilidad del Gobierno de Sánchez y la evidencia de sus errores, trampas y ademanes autoritarios no han sido suficientes para que se aviste un vuelco político. Cabe pensar qué más ha de suceder en España, quizás un cataclismo económico, para que la opinión pública abogue por un cambio de ciclo.